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El legado de Humberto Maturana

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Genio es la palabra que más se repite entre los investigadores y académicos que conocieron a Humberto Maturana. Un ser extraordinario, dicen, que miraba todo con otros ojos pero que tenía la capacidad de enseñar lo que observaba a través de su cristal.

Publicado en La Tercera el 06 de mayo de 2021
Escrito por Cecilia Yáñez

Un escritorio y el cráneo de un gato. Esa fue parte de la herencia que Norbel Galanti, profesor emérito de la Universidad de Chile y ex profesor titular del Programa de Biología Celular y Molecular del Insituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Facultad de Medicina, recibió de parte su colega Humberto Maturana.

“Lo conocí en 1965, cuando se fundó la Sociedad Chilena de Biología en Concepción. Yo presenté un trabajo de agregación de células de esponjas de mar y a Humberto le gustó mi trabajo y nos quedamos conversando. Después en 1966 o 1967, ingresé al Departamento de Biología, en la Facultad de Medicina de la U. de Chile donde trabajaba Humberto. Me cedió su espacio, él estaba dejando la biología experimental que fue su primer y gran amor. Dejó que me instalará en su laboratorio, me dejó su escritorio y una cabeza de gato. Nos hicimos muy amigos y compartimos mucho hasta gran parte de 1969, antes de que me fuera a Estados Unidos”, recuerda Galanti.

Juntos trabajaron en el proceso de la Reforma Universitaria. Cuando Galanti volvió, Maturana ya estaba la recién creada Facultad de Ciencias, pero se seguían viendo y conversando y cuando lo hacían, el tiempo se esfumaba.

Se fue un increble amigo, una gran persona, muy querida. Siempre estaba abstraído en sus pensamientos, pero proyectándose a la sociedad en sus conferencias, libros y conversaciones. Conversábamos muchísimo. Humberto no era de compartir un vino o una comida. Lo nuestro era conversar por horas. Recuerdo cuando estaba escribiendo el libro de máquinas y seres vivos. Ya había dejado la biología experimental para entender y escribir de los sistemas vivos y lo hizo tras analizar en forma profunda la intrincada relación entre la red metabólica de los sistemas vivos y la posibilidad de hacer descansar en esa red en la definión de lo vivo”, cuenta el bioquímico de 83 años, “nueve menos que Humberto”.

Norbel Galanti, profesor emérito de la Universidad de Chile.

Según Galanti, pasar de estudiar “lo vivo” e interesarse en “lo humano” es clave en todas las reflexiones de Maturana. “Empezó a analizar qué de lo humano en lo vivo, surgió su interés por las emociones y luego el lenguaje hasta que llega a que los humanos nos entendiéramos en base a la comunicación reflexica, a comprendernos, entendernos desde el lenguaje. Algo tan obvio y tan necesario en el mundo de hoy: la única manera de que un humano se entienda con otro humano es a partir del lenguaje, de la conversación, de la reflexión”, señala.

Si había algo que odiaba, era el concepto “persona humana”, si es persona es humana, “era una de las pocas cosas por las que se enojaba”, recuerda Galanti.

A modo de síntensis, Galanti señala: “El proyectaba lo mejor de la Universidad de Chile. Esa manera de ver el mundo, un mundo en el todos cabemos, pensemos como pensemos, no hay derechas ni izquierdas, somos todos humanos y podemos entendernos desde la reflexión.

Adiós desde la Academia

María Cecilia Hidalgo (Premio Nacional de Ciencias Naturales de Chile en 2006) y actual presidenta de la Academia Chilena de Ciencias, recuerda que lo conoció cuando ella era una joven científica. “Fue una de las personas que abogó por la creación de la Facultad de Ciencias en la U. de Chile. Era un hombre tan tan creativo, tan profundo y tan humano. Él tenia una capacidad de ver las cosas de forma diferente, su capacidad creativa, eso es lo que lo define. Ve cosas que los demás no vemos y es capaz de mostrarnos lo que ve, nos hace descubrir conceptos nuevos”, dice.

En los próximos diez días, la Academia realizará una actividad telemática en la que invitará a participar a varios de sus discípulos, “será una ceremonia de homenaje para una ser excepcional”, indica Hidalgo.

El ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Andrés Couve, indica que el fallecimiento de Humberto Maturana, “nos deja una escuela de pensamiento y una inspiración para todos aquellos y aquellas que se entusiasmen con la exploración y el sentido de la vida”.

Desde Punta Arenas, el doctor Nibaldo Inestrosa, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2008 y director del Centro de Envejecimiento y Regeneración CARE Chile UC, destaca que Maturana fue su profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile en el curso de Biología Celular, que lo marcó mucho en su decisión de ser científico.

Nibaldo Inestrosa.

“Con el paso de los años, pensé encontrarme con él definiendo los caminos de la Neurociencia, pero si bien estaba siempre en la palestra, para cuando yo hacia mi tesis en el lab de JV Luco, Humberto Maturana, ya era un gurú y los elementos del conocimiento, aprendizaje y memoria, para que decir de las enfermedades neurodegenerativas, no eran tema”, dice Inestrosa.

Repecto de la contribución del fallecido profesor, destaca como fundamental el concepto de “Autopoyesis” aunque cree que “la internalización del concepto responden a la formulación de lógica matemática de Francisco Varela, lo cual no invalida el aspecto fundacional de Maturana”.

Adrián Palacios

Adrián Palacios investigador del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso (CINV), lo define como un “Maestro en todos los sentidos”. “Sus reflexiones sobre lo Humano, las emociones, la educación y la responsabilidad social son elementos de toda actualidad, y ya parte de nuestro ADN como Sociedad. Junto a Francisco Varela colmaron audiencias ávidas de conocimiento nuevo, critico, formando escuela y posicionando una Ciencia desde Chile original y trascendente”.

Se necesitan más maestros, y maestras, en Chile, como Maturana y Varela, para crecer como Sociedad donde el Vivir y lo Humano sean parte una expresión actualizada de nuestra búsqueda permanente del Conocimiento, de crecer como Humanos, reconoce Palacios.

Maestro

El neurocientífico Pedro Maldonado, profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y director del Departamento de Neurociencia e investigador principal del Instituto de Neurociencia Biomédica (BNI), fue su alumno. Es más, Humberto Maturana y Francisco Varela fueron los profesores que dirigieron su tesis de magíster.

“Trabajé en su laboratorio. Ambos extraordinarios, tenían talentos complementarios. Humberto tenía todo el hervidero de las ideas conceptuales muy potentes y Francisco Varela, las aterrizaba en cosas concretas”, dice.

Maldonado recuerda que no era una persona muy social, tampoco era de tirar la talla pero era muy acogedor, permitía establecer relaciones cercanas, muy de cariño. “Era un poco papá, un papá muy intelectual. Muchos lo sentimos como nuestro mentor. Nos hacia mirar las cosas desde su punto te vista. Nunca lo vi enojado, incluso cuando estaba incómodo, actuaba de manera muy ponderada, no recuerdo haberlo visto salir de sus casilla. Yo diría que tuvo varias carreras, hizo varios aportes según la etapa de vida en la que estaba”, señala.

Sobre el aporte científico de Maturana, Maldonado, destaca un aspecto que no es tan reconocido en él. “Yo hablo mucho de que nuestro cerebro no captura la realidad sino que crea un modelo mental de la realidad. Lo que vemos, escuchamos no es el mundo real, es lo que creamos. Esa idea, ya la dejaba entrever Maturana cuando éramos sus alumnos. Yo me quedé estudiando el lado de la biología que él hizo en algún momento, la visión y el cerebro”, indica en neurobiólogo.

Otro aspecto destacable que resalta Maldonado, es que nunca abandonó a sus exalumnos. “En algún momento tuve un conflicto porque en mi laboratorio trabajaba con monos y él me apoyó, aunque ya no teníamos nada que ver. Trabajábamos en cosas distitnas, pero me apoyó cuando se cuestionaba el protocolo de investigación que yo tenía”.

Escritorio y cabeza

El escritorio y la cabeza de gato fueron de Galanti desde 1971 hasta 2018, cuando dejó de hacer clases. “Me cambiaba de oficina y me llevaba las dos cosas. Era un orgullo haberlas heredado. Humberto era de una gran generosidad. Una vez le pregunté de dónde había sacado la calavera del gato, pero ni él se acordaba. Es imposible olvidarme de todo lo que aprendí de él. Chile perdió a un gran hombre”, dice acongojado Galanti.

Cuando dejó la universidad, el escritorio fue heredado por Gonzalo Cabrera, el nuevo jefe del laboratorio que antes dirigía Galanti en el ICBM. Consultado el nuevo jefe por el escritorio de Maturana, confirma que sigue en la oficina, pero del gato, no hay rastro.

“En nuestro país se insiste en la investigación “util”, es decir, aquella que puede dar un resultado concreto. Humberto hacia investigación “inútil”, aquella que da como producto más preguntas y reflexiones. Esta última investigación tiene resultados importantes en la educación y cultura, además de dar identidad a un pueblo”, finaliza el bioquímico y amigo de Humberto Maturana.

Título original: El cráneo de un gato, una tesis y un escritorio; seis investigadores que compartieron con Maturana ponderan su legado, el que aseguran, va más allá de la ciencia

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