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Estudio en neurociencias arroja que el temperamento es transmisible por la leche materna

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La leche materna no sólo nos permite una adecuada nutrición y el desarrollo del sistema inmune, sino que tiene otro tipo de características que podrían determinar incluso nuestra personalidad y, en efecto, el tipo de relaciones sociales que establecemos.

Publicado en El Mostrador el 24 junio de 2015
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Muchas veces se escucha frases como “tiene la misma personalidad que su madre” o “este niñito tiene un temperamento tan fuerte” y sabemos que son variados los factores que influyen en el desarrollo de la personalidad de una persona, especialmente, el contexto social en el que uno se desenvuelve. Sin embargo, no solo el contexto de vida que nos rodea o en el que crecemos y nos desarrollamos es el que la determina. Existen otros factores que se asocian a la madre y que no se relacionan necesariamente con la crianza ni con mecanismos genéticos.

Desde hace mucho tiempo se ha estudiado el efecto que tiene la historia y las condiciones de vida de la madre en las características de la descendencia. Esta influencia se relaciona con efectos sobre la masa y el crecimiento corporal, el metabolismo, el sistema inmune y la conducta de las crías. Varios de los estudios realizados indican que la leche materna podría ser determinante en estos aspectos, pero ¿qué ocurre con el temperamento de los hijos? ¿Podría la leche materna tener alguna influencia?

Katie Hinde, de la Universidad de California, junto a otro grupo de investigadores, estudiaron de qué manera el nivel de hormonas glucocorticoides presentes en la leche materna puede influir en el temperamento de la descendencia. Se basaron en estudios anteriores que determinaron que los glucocorticoides, como el cortisol, participan en la respuesta al estrés e interfieren en el metabolismo. De esta manera, ellos estudiaron los efectos que tiene la cantidad de cortisol en la leche materna sobre el temperamento de las crías.

¿En qué consistió el estudio?

Los investigadores realizaron el experimento con un grupo de monos rhesus del Centro de Investigación Nacional de primates de California. Utilizaron este modelo animal ya que el comportamiento, temperamento y fisiología de los Macacus rhesus han sido ampliamente estudiados y descritos en la bibliografía científica. El estudio contempló el análisis de la leche materna de forma longitudinal (o sea, a lo largo del tiempo) y una observación conductual de las crías.

Los experimentadores obtuvieron muestras de leche materna en diferentes momentos, asociados con hitos del desarrollo de las crías y de la síntesis de leche de la madre. Se midió la concentración de cortisol en la leche cuando las crías comenzaron a explorar conductualmente más allá de su madre, lo que ocurre al primer mes de edad, y luego en el peak de lactancia, correspondiente a los 3,5 meses de edad. Con esto, los experimentadores pudieron medir el cambio en la concentración de cortisol entre estos dos periodos. Además, en el periodo peak de lactancia se realizó, de forma simultánea, la prueba de comportamiento de las crías para definir su temperamento.

Para poder definir el temperamento de las crías se utilizó una pauta de observación ya validada experimentalmente, en la cual se registraban 16 características específicas de los animales de estudio, durante un periodo de observación de 25 horas. A partir de esta pauta, se realizó la clasificación de los bebés según los 4 tipos de temperamento descritos en los estudios: Vigilante, amable, confiado y nervioso. Para este estudio, sin embargo, los investigadores sólo utilizaron los dos tipos de temperamentos completamente validados con esta pauta, que son los de tipo nervioso y confiado.

Los resultados que encontraron fueron muy interesantes, ya que observaron que existía una relación entre la cantidad de cortisol de la leche materna y el temperamento de las crías. Las madres que habían tenido pocas o ninguna cría mostraron altos niveles de cortisol en su leche, en comparación con aquellas hembras con que habían tenido un mayor número de hijos. Estos distintos niveles (altos o bajos) de cortisol se utilizaron, posteriormente, para compararlos conel temperamento que se observó en las crías machos y hembras.

Por un lado, los investigadores encontraron que el temperamento de las crías hembras está relacionado con los niveles de cortisol en la leche de sus madres, medidos tanto en el primer mes como a los 3,5 meses de lactancia. Específicamente, mientras mayor es el nivel de cortisol materno en el primer mes de lactancia, es más probable encontrar un temperamento nervioso en las crías hembra. El nivel de cortisol en el peak de lactancia, a los 3,5 meses, predice también los niveles de confianza en las crías: un mayor nivel de cortisol está asociado con un temperamento menos confiado. En cambio, en las crías machos, no es el nivel de cortisol en la leche de sus madres lo que correlaciona con sus temperamentos, sino los cambios en los  niveles de cortisol medidos el primer mes y a los 3,5 meses de lactancia: al aumentar el cortisol durante el amamantamiento, se observó en las crías machos un mayor temperamento nervioso, mientras que, si el cortisol disminuye a través de la lactancia, se observa un temperamento confiado. Por lo tanto, en ambos casos se observa una influencia de los niveles de cortisol en la leche materna en el temperamento de las crías.

Aunque los resultados de este estudio son consistentes, no hay que olvidar que hay otros factores que también intervienen en nuestro temperamento, como el entorno social y las condiciones de vida, entre otros. Sin embargo, este estudio demuestra que el efecto que tiene la leche materna en las crías es muy grande, y que se le debe otorgar la importancia que corresponde. Como se ha visto, la leche no sólo nos permite una adecuada nutrición y el desarrollo del sistema inmune, sino que tiene otro tipo de características que podrían determinar incluso nuestra personalidad y, en efecto, el tipo de relaciones sociales que establecemos. Por otra parte, los niveles de cortisol se relacionan con el estrés, por lo que es importante que las madres eviten vivir en condiciones estresantes durante las primeras etapas de vida de los bebés, especialmente al ser primerizas. Como se ha visto, la etapa de amamantamiento es importante, ya que en este periodo las madres no sólo establecen un mejor apego con sus hijos, sino que también podrían determinar características tan importantes como su temperamento.

Vínculo al artículo original:

http://beheco.oxfordjournals.org/content/early/2014/10/31/beheco.aru186.full

 

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