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Falling Walls LAB Chile 2018: Joven diseñó mano robótica que ayuda a la rehabilitación cerebrovascular

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Martín Serey, ingeniero de 25 años, ganador de concurso Falling Walls.

Dispositivo de bajo costo, ayuda a recuperar control motor de mano, imitando el movimiento de la extremidad sana y enviando señales al sistema nervioso.

Levantar la mano y tocarse la nariz es una actividad muy simple que puede ser imposible para los sobrevivientes de accidentes cerebro vasculares, trastorno que afecta a 15 millones de personas anualmente, generando el fallecimiento en un tercio de los casos. Con el fin de apoyar la rehabilitación de estos pacientes, Martín Serey, ingeniero de 25 años, diseñó un dispositivo de bajo costo que ayuda a recuperar el control motor de la extremidad afectada, imitando el movimiento de la otra mano.

Con esta innovación, similar a una mano robótica, resultó ganador del concurso Falling Walls, que le permitirá viajar a la final mundial en Alemania. La jornada nacional- efectuada en Espacio DIN399 en Valparaíso- fue organizada por el Instituto Milenio Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso, CINV, y la Fundación Ciencia Joven, con apoyo del Servicio Alemán de Intercambio Académico, DAAD.

“Estoy muy agradecido y feliz de participar en esta iniciativa, que da la oportunidad de acceder a redes que pueden potenciar los proyectos, lo que tiene un gran valor para los emprendedores emergentes”, señaló el ganador que participará en el foro mundial a realizarse el 8 de noviembre en Berlín.

La actividad contó además, con una charla de Marcela Angulo, gerente de Capacidades Tecnológicas en CORFO, y de Cristián Hernández, director de Desarrollo de Negocios, de la Fundación Ciencia & Vida.

Rehabilitación y equidad

Durante tres minutos y junto a otros 14 concursantes, Martín Serey explicó los alcances de su proyecto, que busca romper con el muro de la inequidad, apoyando la rehabilitación cardíaca en diferentes estratos sociales. “El 70% de los accidentes cerebrovasculares ocurre en países de ingresos bajos y medios, donde la inequidad es un factor común, y la rehabilitación no es la solución. Cuando ocurre un infarto cardíaco se daña una zona del cerebro y las consecuencias se ven en el hemisferio opuesto del cuerpo. En este caso, nosotros nos enfocamos en la rehabilitación de la mano, por la importancia que ésta tiene en las actividades del día a día. Esto, con el fin de lograr su implementación en los sistemas de salud público”, señaló el ingeniero de la Universidad Santa María, quien hace más de seis años se radicó en Viña del Mar.

 

Proyecto ganador de Falling Walls Lab Chile derriba los muros de la desigualdad en salud

Considerando este problema global, el joven diseñó un dispositivo de bajo costo, parecido a una mano robótica. El prototipo cobró vida gracias a una impresora 3D y la máquina de coser de su abuela, en la que, asegura, terminó su confección. El sistema consta de varias partes. Primero, una especie de guante de tela que se pone sobre la mano hábil, y que percibe el movimiento de cada dedo. Luego éste sensor envía la señal a una central, que a su vez transmite esos movimientos al dispositivo puesto sobre la mano a rehabilitar, mediante un sistema de tensores que imitan los tendones. Así, la extremidad afectada imita a la otra, a través de acciones como apretar el puño o utilizar los dedos como pinza.

“Eso genera que el movimiento mande una señal inversa al cerebro, que estimula la zona dañada y gracias a la neuroplasticidad se crean nuevas conexiones neuronales para reaprender la función. Además, se activan las neuronas espejo que permiten imitar y también, mantenemos los músculos elongados”, comenta Serey. Actualmente, el ingeniero está  trabajando en el prototipo para llevarlo a nivel de producto. Esto, a objeto de asegurar el funcionamiento y calidad del dispositivo, que esperar llegar al sistema público.

Soluciones inteligentes

El Dr. Ramón Latorre, director del CINV y Premio Nacional de Ciencias, valoró la iniciativa de Martín Serey y las otras que concursaron en esta tercera versión nacional de Falling Walls. “Las proyectos presentados en este concurso han mejorado con el tiempo y me parece extraordinario la capacidad de poder mostrar una historia en tres minutos, un entrenamiento que se da poco en Chile y que debiera practicarse con mayor frecuencia. Otro aspecto relevante, es poder llevar un desarrollo a un punto que realmente sea una innovación. Las cosas tienen valor cuando le hacen bien a la sociedad. Y en este caso, la inequidad y desigualdad es un problema que impacta globalmente, y por eso, abordar un tema de salud como éste y de forma inteligente, nos parece fundamental”, indicó el neurocientífico.

Reconstrucción sostenible, escritura científica, obesidad, tratamiento para el pie diabético, comida chatarra, calidad de atención en salud, ecosistemas marinos, detección de patógenos en alimentos, fueron otras temáticas exhibidas por los participantes.  En ese contexto, el segundo lugar del concurso fue para Francisca Aranda, estudiante de química ambiental de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. La joven de 23 años, desarrolló una molécula biodegradable basada en la corteza de pino, material que es residuo de la industria y que muchas veces se quema, contaminando el ambiente. La solución también hace frente a la basura plástica que según explicó la competidora, en el año 2050 llegará a las 12 mil millones de toneladas.

“Generamos este material polimérico con base biológica, capaz de sustituir a numeroso material sintético y  crear productos de utilidad para la comunidad local y mundial, tales como: pañales desechables, toallas femeninas u otros del área agrícola. La innovación también es una buena opción para la biotecnología, porque la molécula es capaz de reparar tejidos dañados. Así que estoy optimista con seguir avanzando con este proyecto que tiene muchas aplicaciones. También, me siento muy feliz con la experiencia de haber participado en este concurso y haber obtenido el segundo lugar”, relató Francisca.

El tercer lugar se le otorgó a José Aravena, estudiante de la Universidad Bernardo O’ Higgins, quien desarrolló la aplicación tecnológica Be Hero, para la prevención del suicidio. “Cada 40 segundos ocurre un suicidio en el mundo, siendo la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 24 años, lo que afecta enormemente a la familia y entorno cercano.  Por eso necesitamos dispositivos que nos entreguen información fidedigna las 24 horas y nos permitan llegar a tiempo”, explicó el participante durante su presentación. El sistema diseñado, analiza información de la persona, los profesionales de la salud, y la familia y amigos, a través de una interacción en la aplicación, que va entregando estrategias personalizadas para el manejo de síntomas y el refuerzo de conductas positivas.

Falling Walls

Falling Walls Lab Chile es un formato desafiante e inspirador para nuevos talentos, que ofrece la oportunidad a estudiantes y profesionales de excelencia, de presentar sus proyectos de investigación, planes de negocios, emprendimientos o iniciativas sociales.  “No es casualidad que este foro se realice en Valparaíso, ya que es nuestro propósito posicionar a esta ciudad como un faro de la ciencia en Chile. Valparaíso se ha destacado históricamente por su capacidad de innovación local y en los grandes emprendimientos que han salido de aquí para el país. Creemos que éste es el lugar adecuado para acoger a los jóvenes que son lo que pensarán el país del futuro”, señaló Juan Carlos García, director ejecutivo del Instituto Milenio CINV.

Para los organizadores chilenos del foro, esta búsqueda de las mejores mentes innovadoras, representa una nueva forma de abordar los desafíos y problemas locales y  globales, desde la mirada fresca de la juventud. “Es necesario seguir construyendo el país a partir de la diversidad. Y en ese contexto, creemos que son los jóvenes, quienes pueden derribar muros y pensar en el Chile del futuro. Por eso, como centro de excelencia, nuestro compromiso también apunta a buscar y reconocer a aquellos valores que pueden estar ocultos en la sociedad, y que son indispensables para que el país alcance su desarrollo y además, nos ayuden a afrontar los próximos desafíos de la humanidad”, comenta Ramón Latorre, director del CINV y Premio Nacional de Ciencias.

Eduardo Guzmán, director ejecutivo de Fundación Ciencia Joven comparte una visión similar: “Necesitamos entender que la juventud es la generación que está rompiendo barreras en todas sus disciplinas, y que puede ser un actor fundamental en aportar al cambio, a la movilidad social y económica de Chile y el mundo. Además,  creemos que es interesante mostrar que en Chile sí existen innovaciones con impacto global, que también nos permiten posicionar a Chile en el desarrollo científico y social”.

Invitamos a leer la noticia publicada en la página 10 del dirario La Hora.

Lea también esta nota publicada en El Mercurio de Valparaíso

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