El Dr. Juan Carlos Sáez, investigador y Subdirector del CINV, es consultado por El Mercurio, sobre la mayor viruilencia del virus SARS-CoV-2 respecto a otros virus de su familia.
Lee el reportaje completo de El Mercurio publicado el 22 de junio a continuación.
Aunque el SARS-CoV-2 se ha vuelto popular durante este año, y con él el término “coronavirus”, lo cierto es que no se trata de una familia de patógenos desconocida para la ciencia. En el reino animal hay cientos de ellos y, a nivel humano, además del causante del covid-19, hay otros seis de estos virus circulando en la población desde hace mucho.
Y el conocimiento que hay sobre cada uno de ellos puede dar pistas sobre cómo enfrentar al SARS-Cov-2.
“De los siete coronavirus descritos que afectan a humanos, cuatro son los causantes de alrededor del 30% de los resfríos comunes. No se asocian a cuadros de mayor gravedad, son autolimitados y no suelen generar mortalidad”, explica el doctor Ignacio Silva, infectólogo del Hospital Barros Luco y académico de la Escuela de Medicina de la U. de Santiago.
De hecho, “están plenamente adaptados a los humanos y pueden circular entre la población continuamente”, según explica el doctor Dong-Yan Jin, de la U. de Hong Kong, quien lleva años estudiando estos virus. “Observamos estacionalidad en ellos, con la mayoría de los casos en invierno. En verano, su actividad es reducida”.
Los otros tres, en cambio, hay que mirarlos con más seriedad.
Si bien todos estos coronavirus han pasado desde animales al hombre, en poco más de un siglo; los más patogénicos surgieron recién en los últimos 20 años. Uno de ellos es el SARS, que hizo su aparición casi comenzando el milenio y fue el responsable de la epidemia que afectó a más de ocho mil personas en Asia entre 2002 y 2003.
El caso cero fue relacionado con el consumo de carne de un animal salvaje (la civeta) vendido en un mercado en China.
Una década después, de la mano de los camellos, fue el turno del MERS, que afectó sobre todo al Medio Oriente y que es, hasta ahora, el coronavirus con mayor letalidad: ha fallecido un tercio (34,4%) de los 2.468 infectados a la fecha.
A diferencia del SARS-Cov-2, su transmisión entre humanos no fue importante. Y eso es lo que marca una de las características que más preocupa sobre el actual coronavirus: su alta transmisibilidad.
“Tiene una mayor capacidad de contagio y, como no tenemos inmunidad de ningún tipo para este coronavirus, afecta a mayor cantidad de personas y eso se asocia a mayor tasa de complicaciones”, precisa Silva.
Dato clave
Una de las explicaciones a esta mayor virulencia es la manera como ingresa al organismo, explica el doctor Juan Carlos Sáez, subdirector del Instituto Milenio Centro Interdisciplinario de Neurociencia (CINV) de la U. de Valparaíso.
“Todos los coronavirus usan una vía de ingreso similar, se pegan a la proteína ACE2 —enzima convertidora de angiotensina 2— para atacar las células humanas. El actual virus es mucho más efectivo en eso, lo que facilita que se replique muy rápido y sea más infeccioso”.
Conocer más este mecanismo puede ser clave para vencer al covid-19. “Se está estudiando cómo el virus ingresa a la célula, a nivel molecular. Eso ayudaría a buscar una forma de interrumpir el proceso, reducir la carga viral y dar tiempo al sistema inmune para reaccionar”, precisa Sáez.
Los expertos concuerdan en que la relación con estos virus traerá nuevos brotes a futuro, debido al creciente contacto humano con los animales que actúan como reservorio, como ocurre con los murciélagos: aun cuando no pasan directamente de ellos hacia el hombre, sino a través de otra especie intermedia, sí han sido el origen de algunos coronavirus que afectan a las personas.
Un reciente estudio realizado por la EcoHealth Allianca y el Instituto de Virología de Wuhan, en base 1.200 análisis genéticos de coronavirus hallados en más de cien especies de murciélagos en China, concluye que varios tienen “un alto potencial de transmisión entre especies”. Además, sugiere que una especie de murciélagos de herradura sería el “probable origen” del SARS-CoV-2.
“Por todo el mundo, los humanos estamos interactuando con los animales con una mayor frecuencia, por lo que, cuanto más sepamos sobre estos virus en los animales, qué hace que muten y cómo se propagan a otras especies, mejor podremos reducir su potencial pandémico”, dijo Marc Valitutto, veterinario e investigador del Instituto Smithsoniano (EE.UU.), tras publicar en abril pasado el descubrimiento de seis nuevos coronavirus en murciélagos de Myanmar.