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Nuevo cambio de hora

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Hay algunas horas en que algunas sustancias tienen mayor actividad que otras, lo que se ve entorpecido con los cambios de hora. Por ejemplo, la mayor secreción de cortisol es al inicio del periodo de luz, mientras que la secreción de melatonina es durante el periodo de oscuridad.

Publicado en El Mostrador
El 01 de Septiembre de 2020

Este sábado 5 de septiembre los relojes deberán adelantarse en una hora para comenzar el horario de verano. La medida se aplicará en medio de la pandemia del coronavirus, que ha traído como consecuencia –producto del confinamiento- un deterioro de la calidad del sueño en las personas, de acuerdo a lo revelado recientemente por un estudio belga.

El investigador del Centro Interdisciplinario de Neurociencias de la U.de Valparaíso (CINV) y especialista en relojes biológicos, John Ewer, explica que en estos momentos con la pandemia y el confinamiento, “la calidad del sueño debe ser mala, porque con el encierro estamos expuestos a menos luz natural y además a la luz de pantallas (o dispositivos tecnológicos) hasta tarde”.

  • Lee el Proyecto de Ley que propone mantener el “horario de invierno” durante todo el año.

Con esto, explica Ewer, nuestro reloj biológico se atrasa y la hormona del sueño está inhibida hasta más tarde. Resultado neto: nos dormimos más tarde. Aún si dormimos más horas, algunas de esas horas son en horarios en que normalmente deberíamos estar despiertos, así que la calidad del sueño es menos buena; por ello terminamos menos descansados. Además, hay mucha ansiedad, por todos lados: por contagiarse; por contagiar o que se contagie un ser querido; trabajar en casa con hijos que requieren atención; no poder salir, etcétera, etcétera, etcétera”.

Para el especialista, “el cambio de horario nos hará despertarnos naturalmente más tarde y si hay horarios (despertador), entonces tendremos un déficit de sueño mayor al que ya tenemos”. El cuerpo no se acostumbra nunca a este cambio de hora; lo que sucede es que “a medida que pasa el tiempo nos acercamos al verano y, por lo tanto, el sol se va levantando cada día un poco más temprano”.

¿Por qué dormimos?
John Ewer aclara que el dormir es fundamental para la salud de las personas. La literatura científica señala que los procesos fisiológicos, que ocurren durante la noche y también en el día, en muchos casos son determinados por la exposición a luz natural (ciclos de luz y oscuridad), por ejemplo la secreción de las hormonas melatonina, cortisol o de la hormona del crecimiento.

De esta manera, hay algunas horas en que algunas sustancias tienen mayor actividad que otras. Por ejemplo, la mayor secreción de cortisol es al inicio del periodo de luz, mientras que la secreción de melatonina es durante el periodo de oscuridad.

Del mismo modo, Ewer adelanta que “la verdad es que no se sabe por qué dormimos. Pero todos los animales, desde los más simples hasta los más complicados tienen periodos de descanso. Lo que sí sabemos es que dormir es vital: si un animal no duerme muere, más o menos, en el mismo tiempo que se muere si no come (teniendo agua de libre disposición). Con humanos no se tiene ese dato, pero lo más probable es que así sea; somos animales después de todo”.

Respecto a los riesgos a que nos enfrentamos si no mejoramos la calidad del sueño, el neurobiólogo señala que “el déficit de sueño afecta nuestro desempeño y estado de alerta. Si la falta de sueño es crónica entonces se puede desarrollar el llamado “síndrome metabólico”, que incluye hipertensión, diabetes, obesidad. Y aumentan algunos tipos de cáncer, por ejemplo de colon, mama y próstata”.

Entre las recomendaciones que entrega el investigador destacan el exponerse lo más posible a la luz natural, sobre todo en la mañana. Y evitar la luz, sobre todo la de pantallas de cualquier tipo, en la noche.

Lee este reportaje en El Mostrador
También te puede interesar leer: Cambio de hora: ¿Por qué es necesario legislar?
Descarga el proyecto de Ley Aquí
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Horario de verano en pandemia: expertos alertan que déficit de sueño será mayor al que ya tenemos

Advierten que el cuerpo no se acostumbra nunca a ese cambio de hora. Situación que se suma a las experimentadas en estos meses como dificultad para conciliar el sueño, permanecer dormido o despertarse demasiado temprano.

Publicado en La Tercera el 31 de agosto

Despertar a las 2 o 3 de la madrugada. Tardar mucho rato en dormir. Hasta pesadillas recurrentes. Desde marzo, muchas personas señalan que no tienen un sueño reparador y satisfactorio. En meses de pandemia, la calidad de sueño se ha visto afectada.

El insomnio agudo o a corto plazo, es la dificultad para conciliar el sueño, permanecer dormido o despertarse demasiado temprano, según establece la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, su sigla en inglés). Como resultado, se produce un efecto en la calidad de vida, con aumento de estrés y que ese déficit se manifieste en horarios de vigilia.

Una encuesta de casi 1.000 personas realizada por SleepHelp.org encontró que el 22% de los que respondieron habían tenido un sueño de peor calidad debido a la pandemia.

Ya en abril un estudio en China publicado en Frontiers in Psychiatry indicaba que los trabajadores de la salud eran propensos al insomnio y experimentaban sentimientos de depresión, ansiedad y trauma derivados de esa situación.

Pero incluso sin tener problemas de insomnio, la mayoría de las personas presenta un déficit de sueño, explica John Ewer, investigador del Centro Interdisciplinario de Neurociencias de la Universidad de Valparaíso y especialista en relojes biológicos.

Para saber en cada caso a cuánto corresponde esa cifra, dice Ewer, se debe considerar el horario al cual naturalmente una persona despierta, en el que el cuerpo está descansado y duerme sin reloj u alarma.

Si esa hora es, por ejemplo, las 10 de la mañana, “se debe conciliar con el reloj u alarma, que, si es a las 8 de la mañana, implicará 2 horas de déficit, y cuanto mayor la diferencia mayor el daño”, destaca Ewer.

Un problema que podría empeorar con un nuevo escenario: el horario de verano el sábado 5 de septiembre. “Ahora con el cambio de hora será aún más ese déficit. Porque las 8 de ahora serán las 7, entonces, en relación con el ejemplo anterior, serán 3 horas de déficit”, explica el investigador.

Empeoramiento en problemas de sueño
Producto de la pandemia y el encierro de la cuarentena la calidad del sueño se ha visto deteriorada. Y las razones son varias. “Las personas están preocupada. Hay ansiedad de que van a contagiar o que va a perder el trabajo. También está el tema logístico del teletrabajo y de ayudar a los niños con el colegio, todo hace que exista mucha ansiedad y estrés que repercute en el sueño”, dice Ewer.

Pero, además pasamos muchas más horas encerrados y menos expuestos a la luz de sol que es la que ordena nuestros horarios, explica. “La hora que se levanta el sol determina cuando parte el reloj biológico”.

Existe otro factor, dice, la mayor exposición a luz de pantallas, “que tienen luz azul que afecta la hormona del sueño que es la melatonina, cuesta mas dormimos, si no duerme a la hora que corresponde duerme menos bien”.

En Chile, según datos de la Encuesta Nacional de Salud, más de 820 mil personas (5,6% de la población mayor de 15 años), sufre de insomnio. Un trastorno que puede afectar de forma importante la salud general. En 2017 a nivel nacional se gastaron más de 2.372 millones de pesos en productos y medicamentos de libre disposición para dormir.

Producto del encierro hay menos exposición a luz natural y más de luz de pantallas o dispositivos tecnológicos hasta tarde, lo que afecta la calidad del sueño. Foto: Reuters.

La neuróloga y jefa del Departamento de Neurología del Hospital del Trabajador ACHS, Paulina Chávez, explica que existen varios efectos producto del cambio de hora que se pueden ver más marcados producto del confinamiento.

Uno de ellos son los trastornos del sueño sobre todo en la población de riesgo. Dormiremos una hora menos, y es esperable que al día siguiente cueste más despertar, tener más somnolencia y por lo tanto menor rendimiento, dice Chávez. “También se produce desajuste en el reloj biológico, esto sucede porque no coincide la hora de amanecer con la de inicio de las actividades, esto se adapta al pasar de los días”.

Además, se describe un impacto en la tasa de trastornos cardiovasculares, se desconoce la causa, pero Chávez indica que aparentemente hay “mayor vulnerabilidad de las arritmias en las personas al final de la noche por su relación con el reloj biológico”.

Con el cambio de horario vamos a dormir una hora menos. Una solución podría ser acostarse más temprano. Pero no siempre se puede hacer ese cambio, dice Ewer. “No hay mucho que se pueda hacer, porque el problema es que el reloj biológico determina a qué hora despertamos y está determinada por la luz el sol, que es la principal fuente de luz”.

El investigador indica que cuerpo no se acostumbra nunca a este cambio de hora. Lo que ocurre, dice, es que “a medida que pasa el tiempo nos acercamos al verano y, por lo tanto, el sol se va levantando cada día un poco más temprano”.

Eventos de microsueño
El insomnio se traduce en otros problemas y muy riesgosos: eventos de microsueño durante el día. Se trata de lapsos repentinos de pérdida de consciencia al volante, como consecuencia de la fatiga o somnolencia.

El riesgo es que se produzcan accidentes por eventos de microsueño, “en la medida que las personas rompen y desarman su estructura adecuada del sueño”, explica Pedro Maldonado, investigador del Instituto Milenio BNI, perteneciente a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

Maldonado participó en un proyecto de transferencia científica para contribuir a la detección de esos eventos en industrias como la gran minería, energía y cadena de distribución. La iniciativa, liderada el investigador Rodrigo Vergara, parte del programa de innovación del BNI, fue realizada con la empresa de monitoreo Gauss Control, compañía de seguridad nacional con presencia en Chile, Perú y Brasil.

En este trabajo determinaron que los múltiples tipos de microsueño se definen por su prolongación, con más de 1,5 segundos. También por sus distintas manifestaciones físicas asociadas, desde un simple cierre de ojos o pestañeo largo, hasta incluso bajar la cabeza, relajación de los músculos del cuello, expresiones faciales o perder la consciencia por varios segundos.

El insomnio se traduce en otros problemas y muy riesgosos: eventos de microsueño durante el día. Se trata de lapsos repentinos de pérdida de consciencia al volante, como consecuencia de la fatiga o somnolencia.

Una problemática que no solo afecta a conductores. Maldonado señala que puede darse en profesionales de la salud, en especial aquellos que trabajan en el ámbito de la cirugía. “Cuando uno está cansado no es solo la fatiga, sino también toda la presión de nuestro cerebro para entrar en modo sueño. Cuando la persona está extremadamente cansada o no ha descansado lo suficiente el cerebro puede transitar a estos estados de manera mucha más violenta”, explica.

Panorama complejo si se toman en cuenta las proyecciones con relación a un incremento en el uso del automóvil en un escenario de post confinamiento por la pandemia del Covid-19. En China, por ejemplo, se registraron alzas en las ventas de vehículos y el tráfico en hora punta en ciudades con funcionamiento normal creció 18%.

Lee este reportaje en La Tercera

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