Lámparas y sistemas portátiles de luz UVC ya se están utilizando en otros países para esterilizar superficies en hospitales y vagones del metro. Pero solo deben aplicarse en espacios desocupados, ya que la radiación puede dañar a las personas.
Publicado en El Mercurio el 11 de mayo de 2020
Por C. González
A partir de esta semana, el Departamento de Transporte de Nueva York comenzará a usar lámparas con luz ultravioleta para eliminar al coronavirus en buses y vagones del metro. La idea, que estará a prueba, no es nueva: lo mismo se está realizando en algunas ciudades chinas, y varios países europeos adoptaron sistemas similares para desinfectar salas de hospitales y clínicas.
Pero no se trata de cualquier luz ultravioleta (UV), sino de la conocida como luz UVC, que tiene una longitud de onda más corta que la UVA y la UVB (ver recuadro).
“Esta frecuencia de luz (UVC) se usa mucho en medicina para sanitizar instrumental médico y quirúrgico”, explica el doctor John Ewer, investigador del Centro Interdisciplinario de Neurociencia, de la U. de Valparaíso.
Esta radiación destroza el material genético de microorganismos como virus y bacterias, impidiendo su replicación y eliminándolo.
Por esta razón, durante décadas la UVC producida artificialmente (la capa de ozono filtra los rayos UVC que llegan del Sol) se ha utilizado en diferentes campos, agrega la doctora Laura Börgel, toxicóloga y académica de la Facultad de Medicina de la U. de Chile. Por ejemplo, en tratamientos de depuración de aguas, en laboratorios, en sistemas de aire acondicionado, piscinas y acuarios, así como en distintas etapas de los procesos industriales de alimentos.
La eficacia de estos rayos, sin embargo, requiere de ciertas condiciones. Una de las más importantes es que “no debe utilizarse en presencia de personas, porque es potencialmente dañino”, dice Börgel.
De allí el desconcierto de los científicos cuando el Presidente Donald Trump sugirió en abril irradiar con luz UVC el interior de los pacientes con covid-19.
La OMS advierte que estos sistemas “no deberían usarse para esterilizar las manos u otras áreas de la piel, puesto que la radiación puede causar irritación en la piel y los ojos”, además de ser potencialmente carcinógena.
Otros rayos Según su longitud de onda, hay varios tipos de luz ultravioleta (UV). La UVA y la UVB son las que llegan por la radiación del sol y frente a las cuales se recomienda usar protector, por su daño en la piel. Aunque ambas son usadas en solárium (por eso se desaconseja su uso), en ciertas dosis también se utilizan en procedimientos médicos específicos. Pero ninguna de las dos es capaz de desinfectar de manera tan efectiva como la UVC, por eso no deben ocuparse con ese fin. |
Para reducir este riesgo, investigadores de la U. de Columbia (EE.UU.) trabajan en un espectro muy específico de radiación, llamado UVC lejana, para su uso en lugares públicos, como centros de salud, aeropuertos, colegios y aviones. Estudios a la fecha muestran la capacidad de inactivar algunos patógenos de transmisión aérea sin poner en peligro la salud humana.
Hasta no contar con evidencia contundente, tampoco se recomienda el uso de luz UVC a nivel doméstico. “Ya se promocionan lámparas y equipos de desinfección pequeños, pero no incluyen un protocolo de uso ni son útiles para desinfección”, dice Héctor Duchens, bioquímico y asesor para Latinoamérica de la empresa UVDI, que fabrica desde hace 70 años sistemas de desinfección con luz UVC.
Duchens explica que hay tres tipos de sistemas a través de los cuales se puede aplicar esta luz: unas cámaras pequeñas en donde se introducen objetos para su desinfección (muy usado en laboratorios), lámparas que se pasan por sobre las superficies que se quieren desinfectar (como las que usarán en Nueva York) y equipos masivos para instalar en zonas más grandes (como salas de hospitales, por ejemplo).
“Ninguno de estos sistemas son capaces de desinfectar por completo ni reemplazan otros métodos de sanitización; son un complemento”, precisa.
Una de las razones es que la luz UVC “funciona bien cuando se aplica de manera directa sobre una superficie y por un período de tiempo determinado. En las zonas donde no llega la luz, no hay esterilización”, explica el doctor Ewer.
Por último, un factor no menos importante es que no está comprobado que los rayos UVC sean capaces de eliminar al SARS-CoV-2. “Se hicieron análisis con estos equipos frente a los coronavirus del SARS y el MERS, y se vio que podría inactivarlos”, precisa Duchens.
Las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE.UU. dicen que esta radiación ha probado destruir otros microbios y virus, por lo que no es ilógico pensar que haría lo mismo con el causante de la actual pandemia. “Pero este virus ha sido tan particular que cualquier cosa puede esperarse”, puntualiza la doctora Börgel.
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