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Dr. Tomás Pérez-Acle: “Con plata de todos, estamos financiando la ciencia de los países desarrollados”

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Tomás Perez Acle en El Mostrador, 14 de Abril

Chile tiene el promedio más bajo entre los países OCDE, con 7 científicos por cada 10 mil habitantes, y la segunda menor tasa de inversión respecto su Producto Interno Bruto, esta y otras problemáticas, son las que aborda la segunda “Marcha Nacional por la Ciencia y el Conocimiento” que se realizará en Santiago y regiones este sábado.

Mil 900 científicos chilenos formados en el extranjero con el sistema de financiamiento estatal de becas deben regresar al país en 2018 y solo hay trabajo para 60 de ellos, advierte el Dr. Tomás Pérez-Acle, biólogo computacional del Instituto Milenio Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso (CINV), quien asegura que la inversión que Chile hace para la formación de científicos de excelencia termina beneficiando a países desarrollados.

“Con plata de todos los chilenos los mandamos a capacitarse, le pagamos a la universidad que recibe a estos becarios y después los dejamos afuera. Las autoridades no han querido ver lo grave que esto es; la cantidad de plata que se están gastando al año, y, lamentablemente, despilfarrando. No es nuestro país el que va a obtener el beneficio de este capital humano avanzado, sino los países desarrollados donde cursan los postgrados. Se da la ridiculez que con plata de todos los chilenos terminamos financiando la ciencia de los países desarrollados”, plantea.

Para abordar estas y otras problemáticas, el próximo sábado 14 de abril se realizará en Santiago y regiones la segunda “Marcha Nacional por la Ciencia y el Conocimiento”, que busca promover el incremento en la inversión pública en ciencia y tecnología, el fortalecimiento de la institucionalidad en el sector y visibilizar la realidad laborar que enfrentar los investigadores en nuestro país. Por estos días, en el Congreso se discute el proyecto de ley que dará vida al futuro Ministerio de la Ciencia.

“¿Qué es lo que pasa con esas 1.840 personas altamente calificadas que no tienen a qué volver? Se quedan afuera. Alguien podrá decir, no importa que se queden afuera porque crean redes con Chile, pero esas redes son inexistentes porque es gente que se fue siendo joven, que se fue a hacer el postgrado afuera, y que después no le diste ninguna oportunidad de volver”, expone Pérez-Acle, quien actualmente es el Coordinador Científico de una iniciativa nacional en la que científicos de 5 centros nacionales de excelencia en investigación trabajan en computación neuromórfica, un proyecto que es financiado por la Oficina de Investigación de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

El también director del Laboratorio de Biología Computacional de la Fundación Ciencia & Vida asegura que, con esto, el país pierde al investigador que ayudó a formar, sin recibir los beneficios: “Toman la decisión de quedarse afuera aunque les protesten el pagaré, y cuando se los protestan, saben que tienen que esperar cinco años hasta que esos pagarés expiren, para volver a Chile. Si vuelven antes de ese plazo, no pueden salir hasta que paguen todo el dinero adeudado. Entre los cinco o seis años que dura el postgrado y luego otros cinco que tienen que esperar para volver al país, -en total diez años- se pierde toda una generación. Ésas personas no vuelven y quedan desvinculadas de Chile porque se fueron siendo estudiantes, se fueron sin redes”.

El modelo chino

Actualmente, Chile tiene la tasa más baja de investigadores entre los países OCDE: 7 por cada 10 mil habitantes, muy por debajo del promedio de 100 por cada 10 mil. A nivel de inversión, en tanto, aparece en el penúltimo lugar, con solo el 0,36 del Producto Interno Bruto, casi siete veces menos que el promedio OCDE de 2,4%. La Marcha por la Ciencia busca que el Estado incremente la inversión pública en este ámbito a, al menos, el 1% del PIB.

“Para hacer más y mejor ciencia en Chile, necesitamos una masa crítica de investigadores. Hoy somos más o menos 10 mil investigadores; somos el país de la OCDE con la menor cantidad de investigadores por persona. Entonces, si estamos de acuerdo en invertir más en ciencia y tecnología, ¿cómo lo hacemos? Tenemos que atraer a nuestra gente que está afuera. Y hoy no existen planes específicos para ésto”, señala Pérez -Acle.

A su juicio lo que corresponde es seguir el modelo de las grandes potencias, en especial, el de China. “Es un tremendo desafío que tiene el nuevo gobierno, y en realidad es un desafío que tenemos todos como Estado. Se necesita un programa de inserción de post doctorados no sólo en la industria y en la academia, como ocurre hoy, sino también en las diversas reparticiones estatales. Los chinos mandaron gente afuera, la capacitaron durante muchos años y la llevaron de vuelta. ¿Cómo la llevaron de vuelta? Los insertaron en todos los niveles del Estado y crearon universidades desde cero: hay una universidad de la tecnología de la defensa, una universidad que se dedica a desarrollar tecnología para la defensa. China creó reparticiones estatales y universidades específicas para llevar de vuelta esa gran masa de gente formada afuera”.

La consecuencia, destaca Pérez-Acle, es que China está en la posición de disputar a Estados Unidos la supremacía científica a nivel mundial, habiéndolo destronado ya en el sensible y estratégico campo de la supercomputación. “En el corto plazo, China será la primera potencia científica mundial. Hoy en día le ganan en muchas cosas a Estados Unidos. Hace 5 años los supercomputadores más potentes del mundo dejaron de ser norteamericanos para ser chinos. Ya los chinos son líderes mundiales en supercomputación al punto en que hace dos años todos los componentes de estos supercomputadores son de marca y fabricación 100% china. Y los norteamericanos saben esto, y para ellos es una gran preocupación”.

El investigador del CINV –cuyo proyecto de computación neuromórfica busca precisamente contribuir a desarrollar nuevas tecnologías en supercomputación que imiten el cerebro humano– agrega que “para Estados Unidos, recuperar el liderazgo tecnológico en super computación es clave para el desarrollo e innovación tecnológica del país. De hecho el gobierno norteamericano está invirtiendo millones de dólares este año para romper el liderazgo chino”.

Hermetismo de la ciencia

El profesional reconoce la cuota de responsabilidad que corresponde a los mismos científicos chilenos en la situación de desmedro que hoy están viviendo. “Porque cuando vamos a decirle a los políticos que la ciencia es importante, que el único pilar real para llevar a Chile al desarrollo en los próximos 20 años es invertir en ciencia y tecnología, los políticos no entienden. La gente de la calle no entiende de estos aspectos, y los culpables somos nosotros. Somos herméticos, publicamos nuestra investigación, vamos a nuestros congresos y nos hablamos a nosotros mismos y lo hacemos en dificil”.

La Marcha por la Ciencia y el Conocimiento es un movimiento de carácter internacional surgido en 2017 en Estados Unidos y cuyo propósito es relevar su impacto en el futuro de las naciones. En su petitorio de 2018, la Asociación Nacional de Investigadores en Postgrado (ANIP), entidad que lidera la actividad en nuestro país, apunta a fortalecer el rol de la ciencia en la educación y la democratización del conocimiento, además de asumir los nuevos retos en materia de equidad de género y derechos sociales.

“La ciencia, no sólo en Chile, es un campo súper cerrado y esto debe empezar a cambiar: no podemos seguir desconectados de la sociedad. Damos a conocer nuestra investigación en revistas y libros pero lo hacemos hablandonos a nosotros mismos. Y cuando tenemos oportunidad de comunicar a los demás lo que sabemos, muchas veces no lo hacemos. No nos gusta porque nos pueden malinterpretar y esto nos expone a la crítica de nuestros pares. Justamente por esta idea de adorarnos a nosotros mismos, porque mientras más complejo hablemos, con más terminología, con más palabras que entendamos solo entre nosotros, parecemos más brillantes. Para lograr el tan anhelado aumento de la inversión en ciencia y tecnología, no sólo los políticos deben entender lo que hacemos, sino que aún más importante, lo debe entender la sociedad en pleno.”, concluye Pérez-Acle.

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