Las manifestaciones neurológicas del COVID-19 están convirtiéndose en un importante foco de atención para la comunidad médica y científica, y es en este contexto en que el equipo de David Melzer, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Exeter de Reino Unido, reporta que existe relación entre la enfermedad COVID-19 y demencia, en su artículo publicado en “The Journal of Gerontology”. Los investigadores de este estudio observaron que había una correlación entre la severidad de los casos de COVID-19 y los pacientes con demencia, notando que esta condición se presentaba entre las comorbilidades (enfermedad que se manifiesta junto a otra enfermedad primaria) más comunes de COVID-19, correlación que además está asociada con una alta mortalidad. Así, dentro del estudio, los pacientes COVID-19-positivos con demencia, además manifestaban alteración de conciencia, incluyendo delirios, lo que se ha observado regularmente en estos casos.
Publicado en El Mostrador el 20 de mayo de 2021
Escrito por Jesús Olivares
No podemos decir que “no lo vimos venir”. Científicos y médicos en todo el mundo llevaban años advirtiendo sobre el riesgo de que surgiera una enfermedad desconocida que se terminara convirtiendo en pandemia. La televisión y el cine nos colmaron de series y películas sobre posibles apocalipsis zombis o epidemias provocadas por microorganismos experimentales, en donde se ignora el conocimiento experto médico-científico, y las consecuencias son devastadoras. Era solo cuestión de tiempo.
Y así, mientras en el mercado de un poblado de China se estaba incubando lo que sería una de las pandemias más devastadoras de los últimos tiempos según la hipótesis más plausible, nuestro planeta seguía girando sobre su eje, sin saber que estaba en cuenta regresiva, contando las vueltas que faltaban hasta alcanzar el desastre.
Junto con los síntomas de COVID-19 (que en inglés significa enfermedad provocada por coronavirus 2019) que incluyen fiebre, tos seca, disnea (falta de aliento), fatiga, anosmia (pérdida del olfato), disgeusia (pérdida del gusto), entre otros, y en los casos más graves, dificultad respiratoria al nivel de necesitar ventilador mecánico, desde la aparición de los primeros casos en diciembre de 2019 comenzaron a observarse cada vez más síntomas no tan comunes que afectaban a otros sistemas fisiológicos, como la piel, la sangre, los órganos reproductivos y el sistema nervioso.
Las manifestaciones neurológicas de la enfermedad están convirtiéndose en un importante foco de atención para la comunidad médica y científica, y es en este contexto en que el equipo de David Melzer, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Exeter de Reino Unido, reporta que existe relación entre la enfermedad COVID-19 y demencia, en su artículo publicado en mayo de 2020 en The Journal of Gerontology.
Los investigadores de este estudio observaron que había una correlación entre la severidad de los casos de COVID-19 y los pacientes con demencia, notando que esta condición se presentaba entre las comorbilidades (enfermedad que se manifiesta junto a otra enfermedad primaria) más comunes de COVID-19, correlación que además está asociada con una alta mortalidad. Así, dentro del estudio, los pacientes COVID-19-positivos con demencia, además manifestaban alteración de conciencia, incluyendo delirios, lo que se ha observado regularmente en estos casos.
Por otro lado, investigaciones anteriores han demostrado que los delirios y la demencia comparten una característica en común, la presencia de un genotipo: el ApoE.
Antes de seguir, ¿sabes qué es el genotipo? El genotipo es el conjunto de genes de un organismo, los cuales contienen la información para la construcción de este. Para entender cómo funciona el genotipo, supongamos que dos individuos tienen distinto color de ojos, uno de ellos marrón y el otro verde. En este caso el gen que controla el color de los ojos (genotipo) es uno solo, pero habrá variaciones de este, llamados alelos, que pueden generar ojos marrones o verdes.
¿Cómo se aplica a esto al genotipo ApoE?
El genotipo ApoE tiene tres alelos conocidos: e2, e3, e4 y en ellos está la información para producir la proteína llamada apolipoproteína E. Esta proteína se mezcla con grasas para formar otra molécula que se llama lipoproteína, cuya función es transportar grasas insolubles en agua, como el colesterol, a través de la sangre. Dentro de los genotipos de ApoE, el e2 y e4, generan apolipoproteínas E disfuncionales, lo que trae consigo alteraciones en el metabolismo del colesterol y las grasas. Específicamente el genotipo e4 se relaciona con demencia y delirios en quienes lo presentan, y desde los años 90 existe fuerte evidencia que relaciona el genotipo ApoE e4e4 (con dos alelos e4; uno aportado por el padre y otro por la madre) con la enfermedad de Alzheimer.
Los investigadores de este estudio utilizaron los datos que aporta “UK Biobank”, un recurso único en su tipo que consiste en una base de datos que recolecta información del genotipo de cerca de 500 mil personas del Reino Unido, con edades entre los 40 y los 69 años. Con estos datos, luego de un análisis detallado, pudieron aislar alrededor de 323 mil casos de personas de las cuales se tenía información detallada sobre el genotipo ApoE. De estos, un 3% presentaba el genotipo e4e4, un 28% presentaba el genotipo e3e4 y un 69% presentaba el genotipo e3e3, siendo este último el más común en la población.
Del total de personas de la base de datos con genotipo ApoE, los investigadores identificaron a todas las que habían sido confirmadas como casos positivos de COVID-19, llegando a un total de 622 personas, de las cuales 37 tenían el genotipo e4e4 (con una tasa de positividad de 410 por cada 100 mil habitantes con el genotipo) y 401 el genotipo e3e3 (con una tasa de positividad de 179 por cada 100 mil habitantes con el genotipo).
En términos más simples, estos datos indican que las personas con el genotipo e4e4 son mucho más propensas a ser positivas para COVID-19 que las personas con genotipo e3e3. Esta asociación siguió la misma tendencia cuando los investigadores sacaron de los análisis a las personas con enfermedades asociadas a ApoE e4e4 que también estaban ligadas a COVID-19, tales como demencia, hipertensión, enfermedades coronarias y diabetes tipo 2, dando a entender de esta manera que basta que el genotipo e4 esté presente. Los investigadores concluyeron que el genotipo ApoE e4 aumenta los riesgos de severidad en la infección por COVID-19, independientemente de la preexistencia de otras enfermedades relacionadas.
¿Cómo se relaciona este gen con COVID-19?
La relación biológica entre APoE e4e4 y COVID-19 aún no es clara, pero se podría inferir que contar con este genotipo debería aumentar la posibilidad de ingreso del virus al cuerpo, especialmente en tejidos donde este gen es más activo, y que entren en contacto con el virus.
Se ha descrito que el SARS-CoV-2, virus responsable de producir COVID-19, ingresa a las células a través de una molécula de membrana llamada receptor ACE2 (enzima convertidora de angiotensina 2), la que se encuentra presente en diversos tejidos como los alveolos pulmonares, posible vía de ingreso del virus a nuestro cuerpo, tejido en donde también está altamente expresado (activado) el gen ApoE, lo que podría sugerir una relación entre este gen y ACE2, la cual regule el ingreso de SARS-CoV-2 a las células. Sin embargo, aún faltan estudios para entender completa y detalladamente esta posible relación y los mecanismos de acción por medio de los cuales podría aumentar la probabilidad de infección.
Una de las cosas interesantes de este estudio es que, si bien es cierto se establece el genotipo ApoE e4e4 como factor común entre demencia y COVID-19, al parecer no sería necesario presentar el diagnóstico del trastorno mental, y el solo hecho de tener genes que se relacionan con el mal funcionamiento de la apolipoproteína sería suficiente para aumentar la severidad de COVID-19, en caso de contraer la enfermedad. No hay recomendación que sirva frente a una característica con la que alrededor de un 3% de la población con ancestros europeos podría nacer.
Tampoco se hacen análisis genéticos masivos en la actualidad que permitan saber si eres portador de este genotipo, solo nos resta esperar que pronto exista una vacuna que sea efectiva para inmunizarnos, y mantener el distanciamiento físico y las medidas de higiene que son nuestra única defensa real en este momento para evitar el contagio.