Compartimos a continuación la columna de opinión del destacado periodista científico Nicolás Luco sobre “DeMente 2. Dos cabezas piensan más que una”.
Publicada en El Mercurio el 24 de mayo de 2021.
Subcráneo, la vida.
Escrito por Nicolás Luco
“Dos cabezas piensan más que una” se subtitula el atrevido libro “DeMente 2”, que publica el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso.
No son dos cabezas, sino 41 científicos que aturden en esas 240 páginas. Aquí, algunas cucharaditas textuales:
“… es posible generar una memoria sin haberse sometido a una experiencia sensorial previa y a un proceso asociativo de aprendizaje”. O sea, puedo estimular neuronas del cerebro para que “recuerden” experiencias que no han tenido. Lo explica mejor Sandra Cárdenas, en el puntapié inicial: “la ciencia ficción se hace realidad”.
La portada del ilustrador Alberto Montt, destapa un cráneo descubriendo una colección de ampolletas unidas por alambritos rojos. Podría ser un libro de cómic. Casi lo es, por lo fácil de leer.
La “… regeneración del cerebro trae esperanzas a los seres humanos en tiempos en que sus vidas se alargan más gracias a los avances de la ciencia”, escribe Antonia Cavieres (corrección: Scarlett Delgado) en “Cerebros con Alzheimer pueden regenerar neuronas”.
“Este trabajo es un avance para desmitificar la idea de un ‘gen gay’ y de que se puede predecir la conducta sexual a partir de un estudio genético” ofrece Patricio Soto en “En busca del gen de la homosexualidad”.
Otro: “… las personas adictas al teléfono inteligente tienen menor volumen de materia gris en la ínsula, y una baja de la actividad neuronal en las zonas de la corteza cingulada anterior”, explica Claudia García en “¡Cuidado! El celular modifica tu cerebro”.
“Lo que ocurre es que la picazón la sienten (las madres) sólo por observar a los niños (con piojos), algo parecido a lo que ocurre con los bostezos”, relata Maximiliano Elgueta en “Las neuronas de la picazón contagiosa”.
“Estas características observadas en el ojo del ostión son análogas a las que se encuentran en los telescopios reflectores del norte de Chile, los que utilizan una serie de espejos para reflejar la luz y formar una imagen” escribe Alejandra Díaz en “¿Qué tienen en común los ostiones y los telescopios?”.
Los títulos divierten. Algunos: “… los cambios cerebrales tras un viaje al espacio”; “Dime lo que comes y te diré qué tan inteligente eres”; “Descubren la fábrica de sueños”; “El parásito que mueve el emprendimiento”; “La misteriosa sensibilidad de las plantas”; “Factores socioculturales conspiran contra el orgasmo”; “El coronavirus también ataca el cerebro”; “¿Cesárea o parto natural? Al cerebro no le da lo mismo”; “La magia de la música triste”; “La soledad, una amenaza para el desarrollo cerebral”…
Me pregunto ¿Quiénes lograron transfigurar la lata de los papers en estos textos vibrantes, de frases cortas y párrafos breves, actuales, al alcance de la mayoría?
Aparecen dos nombres, uno difícil, Oliver Schmachtenberg, y otro fácil, Jesús Olivares. Crearon en libertad. Aplaude el autor del prólogo, Agustín Squella.
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