Se sabe que, a edades más avanzadas como la niñez y la edad adulta, el cerebro de un individuo que nació prematuramente es estructuralmente diferente al de un individuo nacido a término. Por tanto, si de alguna manera pudiéramos mejorar el desarrollo cerebral de un niño prematuro con música a edades muy tempranas, podríamos estar ayudándolo para el resto de su vida.
Publicado en El Mostrador el 13 de mayo de 2021
Escrito por Freddy Aguilar
Albert Einstein alguna vez dijo: “Si no fuera físico, probablemente sería músico. a menudo pienso en música, vivo mis sueños en música y veo mi vida en términos musicales, no puedo decir si habría podido hacer alguna pieza creativa de importancia en la música, pero sí sé que lo que más alegría me da en la vida es mi violín”.
Es muy probable que tú y yo escuchemos nuestra banda favorita en el tren, camino a casa, en el trabajo, haciendo ejercicios y hasta quizás nuestra propia mascota sea un ferviente fan de Queen, Beethoven y Dua Lipa. La música es parte importante del humano, permite relajarnos, enforcarnos mejor en una tarea que requiere atención, y lo más importante, compartir. Por tanto, ya desde la década de los 90 se comenzaba a hablar del papel de la música en el desarrollo de bebés. Muchas han sido las teorías no corroboradas sobre el tema, pero hoy nos adentraremos en el mundo musical “in crescendo” de la ciencia y en mejora del desarrollo cerebral de bebés prematuros.
El parto prematuro, que representa aproximadamente 15 millones de casos anuales en todo el mundo, es preocupante debido a que está asociado con una variedad de complicaciones a largo plazo y en particular trastornos del neurodesarrollo. El parto prematuro interrumpe la maduración normal del cerebro durante un período crítico del crecimiento cerebral fetal, exponiendo al cerebro en desarrollo a diferentes eventos estresantes en la unidad de cuidados intensivos neonatales, y privando a los bebés de entradas sensoriales importantes para el desarrollo de la actividad normal del cerebro.
Los bebés prematuros son aquellos que nacen antes de las 32 semanas de gestación, y presentan alteraciones del comportamiento, caracterizadas por falta de atención, ansiedad y problemas socioemocionales, donde el 25% de ellos tienen un mayor riesgo de desarrollar trastorno de déficit de atención e hiperactividad, trastornos del espectro autista y depresión.
En particular, se ha descrito desde 2015 por investigadores suizos que los bebés prematuros presentan alteraciones cerebrales estructurales en regiones que se cree sirven al procesamiento emocional y que se relacionan con déficits socioemocionales posteriores, que por ejemplo les dificulta procesar o entender el miedo. Estas alteraciones incluyen volúmenes reducidos de amígdala, hipocampo, corteza orbitofrontal, ínsula y corteza cingulada posterior. ¿Nombres complejos? No se preocupen, las llamaremos de acá en adelante “zonas cerebrales de la socioemoción”.
En adultos se sabe que escuchar música involucra el funcionamiento de zonas neurales involucradas en las funciones socioemocionales, Por lo tanto, escuchar música podría tener el potencial de modular las redes neuronales que se sabe que se ven afectadas por la prematuridad en las primeras etapas del desarrollo, en particular, involucradas en el procesamiento socioemocional, y es acá donde notamos la importancia de la composición científico-musical que explicaremos a continuación.
Se sabe que, a edades más avanzadas como la niñez y la edad adulta, el cerebro de un individuo que nació prematuramente es estructuralmente diferente al de un individuo nacido a término. Por tanto, si de alguna manera pudiéramos mejorar el desarrollo cerebral de un niño prematuro con música a edades muy tempranas, podríamos estar ayudándolo para el resto de su vida.
Sin embargo, no fue hasta el estudio orquestado por la doctora Joana Sa de Almeida en 2019, en conjunto con hospitales y universidades suizas, inglesas y norteamericanas, donde se evidenció el importante efecto de la música en el desarrollo del cerebro de los bebés prematuros, así que es acá donde la obra comienza su clímax.
Los investigadores realizaron el experimento con 30 bebés prematuros, de los cuales solo la mitad recibieron música con previa autorización de sus padres, y sus resultados fueron comparados con 15 bebés que si llegaron a término antes de nacer. Lo más interesante es que la música colocada en la unidad de cuidados intensivos neonatales, iba en consonancia con el estado de vigilia del bebé. Si estaban dormidos era una pieza musical tranquila y muy parecida a una canción de cuna, mientras que cuando estaban despiertos o conciliando el sueño eran melodías distintas. Las sesiones no duraban más de 8 minutos, una vez al día y 5 días por semana.
Las piezas musicales fueron obra del músico suizo Andreas Vollenweider y comprenden una armonía entre sonidos de arpa, flauta de serpiente encantadora y campanas, que en conjunto crean una melodía interactiva y de tonos sutiles que pueden escuchar haciendo click aquí.
La resonancia magnética multimodal, imágenes de tensor de difusión y tractografía de región de interés, técnicas no invasivas que permiten al investigador medir el volumen de estructuras cerebrales, medir el desarrollo neuronal y verificar la conectividad funcional entre distintos puntos del cerebro, fueron usadas en conjunto para estudiar las zonas cerebrales de la socioemoción.
El equipo escudriñó 20 lugares distintos usando la técnica de tensor de difusión, para cuantificar cuantas moléculas de agua podían atravesar la materia blanca (un tipo de tejido neuronal del cerebro), donde a través de un sin fin de ecuaciones físicas y matemáticas se logra evaluar el crecimiento neuronal y el desarrollo de características tan importantes como la mielina, una sustancia que envuelve y protege los axones de las neuronas y cuya función principal es la de aumentar la velocidad de transmisión del impulso nervioso.
Lo que encontraron fue que los bebés prematuros muestran una maduración disminuida de la materia blanca en general en comparación con los recién nacidos en varias regiones de la socioemoción y la audición, donde se encontró que las moléculas de agua atravesaban con mayor facilidad la materia blanca en bebés prematuros en comparación a bebés llegados a término.
Esto se relaciona directamente con la maduración de esta zonas, ya que el crecimiento de neuronas dificulta el paso de las moléculas de agua a través del tejido, puesto que una mayor facilidad en el paso de agua significa una menor cantidad de neuronas o neuronas más pequeñas y por tanto, menor crecimiento neuronal.
Sin embargo, lo sorprendente fue que los niños prematuros expuestos a las sesiones musicales presentaron una difusión de agua más parecida al de los niños llegados a término y por tanto a una maduración funcional más parecida. ¿Recuerdan la mielina? Bueno, fue la falta de esta sustancia en el desarrollo de las neuronas de la materia blanca (la cual se caracteriza por tener solo fibras mielinizadas) lo que afectó a la maduración de las zonas de la socioemoción en niños prematuros.
En cuanto a la amígdala, una estructura cerebral clásicamente asociada con la coordinación de emociones y que se ha descrito que en bebés prematuros presenta un menor volumen, podría relacionarse con ciertas dificultades encontradas para estos bebés a lo largo de su crecimiento, como por ejemplo dificultad para regular el miedo y la ira a los 12 meses de edad, dificultad en reconocer expresiones faciales de las emociones a los 24 meses y mayores dificultades para reconocer el contenido emocional y regular el comportamiento social a los 5-7 años.
Se encontró en este estudio que los bebés prematuros tratados con música tuvieron un volumen amigdalino más parecido a un bebé llegado a término, y aunque el volumen per se no es un indicativo de mejor conectividad neuronal, se abre un nuevo e interesante campo de investigación.
En conclusión, estos resultados sugieren un efecto de maduración estructural de la intervención musical propuesta en las vías neuronales de procesamiento auditivo y socioemocional de los bebés prematuros durante un período clave del desarrollo cerebral. Cabe mencionar que a la fecha los niños participantes ya tienen siete años y los investigadores están a la expectativa de estudiar como los beneficios antes descritos pudieron llegar a una etapa tan importante como la niñez. Por tanto, no nos queda más que esperar el “Gran Finale” para saber si esta sinfonía científica puede ayudar al desarrollo cerebro-socioemocional en etapas tempranas del ser humano y a lo largo de la vida.