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¿Se habrá convertido nuestro cerebro en “adicto al celular” durante la pandemia?

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Un estudio revela que se producen cambios estructurales y funcionales en el cerebro debidos a la adicción a teléfonos inteligentes, similares a los causados por otras adicciones. 

Publicado el 17 de febrero de 2021 en El Mostrador
Escrito por Claudia García.

Desde octubre del 2019 el tiempo en casa ha aumentado, al estallido social se sumó el confinamiento por la pandemia. Esto ha impulsado la utilización de recursos tecnológicos, como el celular, el computador o TV. El teletrabajo, las clases online y el entretenimiento facilitado por las plataformas digitales han sido muy útiles para hacer frente al encierro, aunque también podrían estar causando cambios a nivel cerebral y creando adictos al celular.

El comportamiento de “adicción al celular” se podría determinar contestando algunas preguntas que se utilizaron en un estudio reciente llevado a cabo por el grupo de Christian Wolf, de la Universidad de Heidelberg (Alemania), en el que se comprueba que las personas adictas al celular tienen cambios neuronales en regiones del cerebro que se asocian con el comportamiento adictivo.

Estudio sobre la adicción al celular

Para realizar este estudio, se seleccionaron personas adictas al celular, y personas no adictas (o controles). Se llevó a cabo una encuesta llamada El inventario de adicción a teléfonos inteligentes, o SPAI por sus siglas en inglés. En el SPAI, hay una serie de afirmaciones o situaciones, en las que los voluntarios deben responder un valor de 1 a 4, siendo 1 totalmente desacuerdo, y 4 totalmente de acuerdo. Algunas de las situaciones que deben evaluar son: “Me siento cansado durante el día debido a usar el celular en las noches hasta tarde”, “Mis actividades recreacionales se reducen debido al uso del celular” o “Me han dicho más de una vez que paso demasiado tiempo en mi celular”. Si tus respuestas han sido cercanas a 4, deberías tratar de reducir un poco el tiempo que pasas mirando el teléfono.

Todos los participantes del estudio tenían entre 18 y 30 años, y no podían tener ninguna enfermedad neurológica, ninguna afección médica grave ni antecedentes de trastornos mentales, en especial ninguna otra dependencia. En definitiva, tenían que ser personas completamente sanas, para que los datos obtenidos pudieran atribuirse a la adicción al celular, y no a otros motivos. Tras diferenciar los dos grupos de participantes (adictos y no adictos), procedieron a realizar los experimentos.

Para poder medir cambios cerebrales, se introduce a la persona en posición horizontal en un escáner de resonancia magnética, donde se le pide mantenerse tranquilo y relajado. Utilizando el escáner, se obtienen dos parámetros: el volumen de materia gris y la activad del cerebro. La materia gris corresponde a las zonas del sistema nervioso donde se localizan los cuerpos celulares, mientras que la materia blanca corresponde a las fibras nerviosas. Para medir los cambios en el volumen de materia gris, se hace un análisis llamado “morfometría basada en vóxeles”, siendo un vóxel una medida volumétrica similar a un píxel en una imagen 2D, pero en este caso se trata de una imagen 3D de una zona del cerebro. Así, se mide el volumen de materia gris cerebral, comparando cada vóxel con los demás, y se pueden estimar los cambios estructurales del cerebro. El otro parámetro que se midió fue la actividad cerebral. Para evaluar la actividad cerebral en una zona determinada, se realiza un análisis denominado contraste por BOLD, por sus siglas en inglés, que significa contraste dependiente del nivel de oxígeno en la sangre. Esta técnica se basa en el hecho de que, cuando hay actividad neuronal en un área del cerebro, las células nerviosas consumen grandes cantidades de oxígeno y, por tanto, la circulación sanguínea debe llevar más sangre oxigenada a esa zona. Estos cambios en la circulación pueden ser detectados por el escáner de resonancia magnética y, por lo tanto, podemos relacionar los cambios en la concentración de oxígeno con la actividad cerebral.

Con la finalidad de orientarse sobre qué zonas cerebrales observar, siguieron los pasos de estudios previos en adicciones, especialmente del trastorno de videojuegos online o IGD (Internet Gaming Disorder), trastorno que ha sido incluido recientemente en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V). Debido a que el IGD está asociado con cambios estructurales y cambios en la actividad cerebral similares a los observados en otras adicciones (drogas, alcohol, o comportamentales), se estudiaron las áreas cerebrales que ya se han asociado a estos comportamientos. Principalmente, estudiaron la ínsula y la corteza cingulada anterior. La ínsula es una estructura ubicada profundamente en la zona lateral del cerebro, cuyos cambios se relacionan con los comportamientos adictivos. Se ha asociado con el procesamiento de la relación entre estímulos y deseo, así como con el procesamiento de la interocepción, término que hace referencia a las sensaciones de nuestros propios órganos que envían información constantemente a nuestro cerebro para determinar que todo esté bien. La otra zona de estudio es la corteza cingulada anterior (CCA), que es parte del “sistema de recompensa” que tiene nuestro organismo, implicado en las adicciones. Esta zona también es relevante en el deseo y el control inhibitorio. Cambios estructurales y funcionales de estas dos zonas han sido asociados con adicciones previamente.

Conclusiones del estudio

En este estudio, se muestra la primera evidencia de que la dependencia excesiva a celulares conlleva cambios cerebrales asociados a una adicción. Del mismo modo, demuestran que las personas adictas al celular tienen menor volumen de materia gris en la ínsula, y menor actividad neuronal en las zonas de la corteza cingulada anterior (CCA). De hecho, logran hacer una correlación entre la puntuación que cada persona obtuvo en la encuesta de adicción al celular (SPAI) y los cambios en la CCA. Entonces, a mayor puntuación en SPAI, más adicto al celular, lo que se correlaciona con un menor volumen de materia gris y una menor actividad cerebral en el área de la CCA.

Estos datos revelan que la adicción a los teléfonos inteligentes, aunque parezca que no tiene consecuencias negativas (comparado con otras adicciones), en realidad sí afecta a nivel cerebral, y hace que ciertas zonas del cerebro tengan una morfología y funcionalidad similar a la encontrada en otras adicciones. Así, durante este último tiempo en que se ha utilizado el celular con mayor frecuencia, los usuarios podrían estar cambiando ciertas áreas del cerebro, volviéndose más similar (al menos en las zonas descritas anteriormente) al de personas con adicciones graves. Aún falta estudiar el efecto a largo plazo de este tipo de cambios en el cerebro.

Como se mencionó, este estudio muestra las primeras evidencias de cambios cerebrales asociados con el uso del celular, pero para confirmar esta hipótesis, se requerirán futuros estudios donde se realice una evaluación clínica de la salud mental de cada participante, se hagan más experimentos, y se aumente el número de participantes.

Enlace al artículo original: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0306460319313802?via%3Dihub

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