Por Hernán Álvarez / CINV
Equivocarnos es parte de la vida ante lo cual es interesante entender la forma en que el cerebro se enfrenta a los errores. Esto fue lo que investigó un equipo de científicos de la Universidad de Roma, y la fundación IRCCS Santa Lucia en Roma, Italia, quienes, motivados por el desconocimiento que existe sobre éste tema, estudiaron como nuestro cerebro reacciona posteriormente a detectar que nos equivocamos y prevenir que cometamos un segundo error.
Estamos en la comodidad de nuestro hogar, estamos descalzos, tranquilamente caminando, cuando de repente, de la nada, sentimos un golpe, específicamente del dedo más pequeño del pie. En ese segundo se nos vienen muchas cosas a la mente y en primera instancia tenemos ganas de gritar todo tipo de palabras que puedan aliviar el dolor agudo. Después, durante un tiempo, nos movemos cautelosos y más atentos, y cada vez que pasamos cerca de un mueble o por el lado de la cama, lo hacemos con más cuidado. Esto es algo que pasa siempre que cometemos un error, ya sea al dar vuelta un vaso o quemarnos cuando retiramos la comida del horno; la siguiente vez que lo intentamos somos más cuidadosos. Equivocarnos es parte de la vida ante lo cual es interesante entender la forma en que el cerebro se enfrenta a los errores. Esto fue lo que investigó un equipo de científicos de la Universidad de Roma, y la fundación IRCCS Santa Lucia en Roma, Italia, quienes, motivados por el desconocimiento que existe sobre éste tema, estudiaron como nuestro cerebro reacciona posteriormente a detectar que nos equivocamos y prevenir que cometamos un segundo error.
El proceso que realiza el cerebro cuando nos equivocamos se divide en etapas, y para graficarlo lo pondremos en un contexto. Imaginemos que estamos con un grupo de personas y somos los encargados de servir los vasos a los demás. Comenzamos a servir los vasos, servimos el primero, entonces ahí ocurre el primer proceso, en el cual nuestro cerebro realiza un chequeo de si nos equivocamos y esto es extremadamente rápido, ocurre aproximadamente un tercio de segundo después de realizar la actividad, ahí el cerebro comprueba si lo hicimos bien o mal, para continuar con el ejemplo supongamos que, en esta ocasión, lo hicimos bien.
Al servir el segundo vaso en el momento de estar colocando lo que sea que haya dentro de él, realizamos un pequeño desliz con la mano que lleva a darlo vuelta y derramar todo el líquido que contenía, ahí ocurre nuevamente lo anteriormente señalado y un tercio de segundo después nuestro cerebro detecta que nos equivocamos. Es aquí que comienza otro proceso, llamado “ajuste post-error”, encargado de efectuar cambios en nuestro cerebro a nivel de la actividad de las neuronas para así lograr hacer bien la tarea y evitar equivocarnos de nuevo, y poder volver a servir correctamente el vaso que antes dimos vuelta. Éste proceso fue el estudiado por los científicos, siendo algo pionero en las investigaciones relacionadas a esta etapa, debido a que, la información conocida hasta la fecha se enfoca, principalmente, en el proceso cerebral de detectar el error y no como éste cambia a nivel neural antes de realizar nuevamente la actividad.
La investigación se realizó en un grupo de 36 personas. El experimento se realizó en una habitación acondicionada donde los individuos estaban sentados cómodamente delante de un monitor, la silla en la cual estaban sentados tenía un botón colocado en el apoya brazo derecho. La actividad consistió en que se les mostrarían a los participantes cuatro imágenes, de las cuales había dos que indicaban que los sujetos tenían que apretar el botón y dos que significaban no apretarlo. El grupo de imágenes se mostró al azar y tenían la misma probabilidad de aparecer. Además, para analizar el funcionamiento cerebral se utilizó un electroencefalograma, que permite observar la actividad eléctrica del cerebro durante la realización de las tareas.
Posterior a realizar el experimento se evidenció que después de cometer un error, se consiguieron tres tipos de resultados. El primero fue que la mitad de los sujetos sólo cometió un error, mientras que el segundo fue que, un tercio de las personas cometió una segunda equivocación, y, finalmente, en el tercero, uno de cada diez, efectuó más de dos errores. En los experimentos, también se analizó el tiempo de reacción, que es el tiempo que se demora una persona entre que recibe la orden o decide ejecutar una acción y efectúa la actividad, es decir, en el contexto del anfitrión que llena vasos, sería el tiempo en que nos demoramos en comenzar a servir el vaso, luego de que decidimos servir uno.
Los análisis sobre el tiempo de respuesta, mostraron que los tiempos de reacción después de equivocarse fueron mayores que los tiempos de reacción antes de realizar algo errado. Es decir, después de dar vuelta un vaso nos demoramos más en llenar el siguiente en comparación a como lo hicimos antes de cometer ese fallo. En general, los análisis de los tiempos y la precisión después de equivocarse confirmaron que cometer un error conduce a una actuación más conservadora del cerebro, mostrando la existencia de un enlentecimiento en los actos y una mejora en la precisión.
En los intentos después de equivocarse se observó una reducción de la preparación de la actividad motora que realiza cerebro y por el contrario se observó una mejora de la preparación cognitiva, la mejora en la preparación cognitiva lleva a un mayor control desde el cerebro hacia las extremidades, así el mayor control cognitivo sumado a la reducción del control motor en los intentos post-error, refleja ajustes en las áreas del cerebro encargadas de planificar el movimiento.
Así, la disminución de la actividad eléctrica del cerebro en el momento de la planificación motora posterior a realizar algo erróneo, produce una respuesta más lenta. Por lo que podemos decir que, a nivel conductual, el cometer un fallo genera en nuestro cerebro éste ajuste post-error, fenómeno que sorprendentemente ocurre siempre, independiente de la cantidad de veces que hemos fallado, puede que sea la séptima vez seguida que botamos el vaso y nuestro cerebro seguirá ajustándose de esta forma para evitar que nos volvamos a equivocar.
Esta investigación nos da una señal, que nuestro cuerpo está preparado para corregir cuando fallamos, y podemos estar seguros que ante un fallo, en el siguiente intento tendremos muchas más probabilidades de realizarlo correctamente, y si nos volvemos a equivocar, se seguirá produciendo éste fenómeno, por lo que aún tenemos posibilidades para seguir intentándolo, ante la práctica de algún deporte, o si estamos aprendiendo alguna técnica especial relacionada con nuestro trabajo o estudios, el aprendizaje que podemos lograr gracias a éste accionar nos permitiría mejorar en una determinada actividad que estuviéramos efectuando. Así que la próxima vez que comentamos un error o no nos resulte algo a la primera no hay que desesperarse ni entrar en pánico, solo tenemos que calmarnos, y tener la confianza y la seguridad que en los siguientes intentos nos resultará porque nuestro cerebro será el primero en ayudarnos.