Científicos revelan efectos del estrés sobre la resolución de problemas y cómo éste puede ser clave en el desarrollo de los niños.
por Adolfo Agurto
Lea la publicación original en El Mostrador.
Cuando te da hambre y decides asaltar el refrigerador, te sientes aliviado, al igual que cuando tienes frío y buscas tu polerón preferido, o cuando tienes calor y decides premiarte con un helado. Lo cierto que nuestro cerebro constantemente envía señales que nos motivan a realizar algún comportamiento. Esta motivación nos ayuda a realizar las tareas cotidianas que sirven para satisfacer las necesidades que se nos presentan. Lo interesante, además, es que cuando una de estas tareas se completa exitosamente, nuestro cerebro también recibe estas señales.
El estímulo que nuestro cerebro interpreta como una tarea completada exitosamente es una recompensa, la que se produce cuando desde un área del cerebro llamada área tegmental ventral o VTA (por sus siglas en inglés), se libera un neurotransmisor llamado dopamina en regiones del cerebro involucradas en esa tarea, y en regiones asociadas al placer. Cuando esta dopamina se libera, nos sentimos bien, recordamos y reforzamos la conducta que fue asociada a esa recompensa. Pero, ¿qué ocurre cuando la recompensa no llega?
Este interesante hallazgo abre preguntas sobre cómo el estrés a temprana edad, la separación materna y el abandono, pueden afectar la forma en que resolvemos problemas a futuro. ¿Qué ocurriría en humanos que han sido estresados fuertemente durante pequeños, cuáles son los efectos de la separación entre los niños y sus padres, presenciar directamente la guerra o los ataques armados, y otros abusos? ¿Serán estas personas menos capaces de hacer frente a los problemas? Estudios como este sugieren dicha posibilidad.
Si el refrigerador no tenía comida, nuestra ropa favorita estaba sucia o no hay helado, o cuando algo que intentamos no funcionó, ¿qué hacemos?, no pudimos completar la tarea. Como respuesta obvia, vamos a comprar alimentos, lavamos la ropa o buscamos helado en otro lugar. Así es, afortunadamente, como nuestro cerebro no deja cabos sueltos, existe un área que trabaja con la falta de recompensas y ayuda a resolver estos problemas. Esta área se llama Habenula lateral, o LHb (por sus siglas en inglés).
Cuando una recompensa no llega
Cuando una recompensa no llega, la LHb se activa y se comunica con otras regiones del cerebro, a través del VTA, por lo que se piensa que es un área clave para la búsqueda de alternativas para adaptarse a esa falta.
Por ejemplo, en investigaciones previas, se enseñó a ratas a asociar dos sonidos distintos al pulsar dos palancas respectivas para obtener comida, para luego entrenarlas a escuchar un sonido que ocurría cuando, tras apretar una palanca, la comida que esperaban obtener no aparecía. Así, cuando se reproduce este sonido, indicador de ausencia de comida, las ratas sabrán de antemano que, al apretar una de las palancas, no aparecerá alimento y en consecuencia no pulsan la palanca. Sin embargo, no contentos con la omisión de su recompensa, los animales que escuchan el sonido se motivan a pulsar la palanca alternativa para obtener la otra opción de comida, quizá menos deseada, pero que intentan obtener ya que la opción preferida no está disponible.
Esto es un ejemplo de cómo los animales son capaces de buscar alternativas cuando la opción inicial parece no dar resultados. No obstante, esta motivación para optar por una alternativa no ocurre cuando la LHb es inactivada. Los animales con la LHb inactivada no se motivan a pulsar la palanca alternativa. Por esta razón, a la LHb, esta pequeña área del cerebro, se le considera muy importante para adaptar el comportamiento y buscar alternativas.
Hormona del estrés
En una reciente publicación de la revista científica Science Signaling, el investigador Michael Authement y sus colaboradores, han descubierto que una hormona secretada bajo condiciones de estrés llamado factor de liberación de corticotropina o CRF, tiene un rol fisiológico en la LHb, pero que además este rol se altera bajo estrés excesivo a temprana edad.
¿Qué es lo que ocurre a nivel neuronal en nuestro cerebro cuando existe un estrés y cómo el estrés nos afecta en etapas tempranas de la vida?
En esta investigación, los científicos estudiaron la actividad eléctrica de neuronas de la LHb, y desmenuzaron el efecto que la CRF tiene sobre estas. Demostraron que las neuronas de LHb aumentan su actividad eléctrica en respuesta a CRF, lo que sería parte del rol fisiológico que el estrés promueve en esta área, como también lo hace en otras áreas del cerebro, las que activa para lidiar con la situación estresante. Por ejemplo, si estás atrasado para llegar a tu trabajo, en un taco que no avanza, y decides bajar de la locomoción y caminar, puede que la CRF sea la que te está ayudando a tomar esa decisión, activando diversas partes de tu cerebro que te ayudan a tomar la decisión más asertiva, incluyendo, en este caso, a la LHb.
El nocivo efecto del estrés en la infancia
Los investigadores además estudiaron el efecto que tiene un tipo de estrés a temprana edad sobre la actividad de la LHb. Este estrés temprano consiste en separar a las ratas pequeñas de su madre por un día. En estas ratas, el estrés de ser separadas de su madre generaba que, al alcanzar la adultez, sus neuronas de LHb ya no responden a esta molécula de estrés, lo que indica que, en este grupo de animales, la capacidad de LHb para responder al estrés estaría “atrofiada”. El estrés, que debería activar esta área para promover la búsqueda de alternativas ya no la activa.
Este interesante hallazgo abre preguntas sobre cómo el estrés a temprana edad, la separación materna y el abandono, pueden afectar la forma en que resolvemos problemas a futuro. ¿Qué ocurriría en humanos que han sido estresados fuertemente durante pequeños, cuáles son los efectos de la separación entre los niños y sus padres, presenciar directamente la guerra o los ataques armados, y otros abusos? ¿Serán estas personas menos capaces de hacer frente a los problemas? Estudios como este sugieren dicha posibilidad. Dado que la respuesta a hormonas del estrés también depende de las exposiciones previas al estrés, el maltrato a temprana edad podría dañar estas partes del cerebro que son claves para corregir errores y ayudar a tomar decisiones acertadas en la vida adulta. Si este estrés temprano logra alterar el cerebro en desarrollo de los niños, particularmente en la LHb, es probable que los niños vean disminuida su capacidad de resiliencia para sobreponerse a las adversidades y buscar alternativas, por lo que les costará mucho más cambiar las situaciones que ocurren en el mundo, y las mismas que tanto los afectaron cuando niños.
Esto nos insta a cuidar el desarrollo de los niños, para evitar que estas áreas vulnerables al estrés sufran alteraciones que pueden repercutir en su capacidad para adaptarse a situaciones estresantes y difíciles en el futuro, su rendimiento académico, social y laboral.
Es importante en el aprendizaje, en vías de ser un adulto responsable, que los niños aprendan a buscar alternativas factibles cuando la opción inicial prueba no dar resultados favorables. Esto cobra importancia sobre todo en condiciones estresantes, las que muchas veces implican tomar decisiones rápidamente y resolver un problema a toda costa.
El equilibrio entre aprender de sus frustraciones, regocijarse con estímulos beneficiosos y resolver los problemas que les presente la vida debería ser la meta, la que incluso podría corregir los daños causados previamente, ya que afortunadamente, nuestro cerebro puede adaptarse a diversas situaciones difíciles si lo cuidamos y entrenamos adecuadamente.
Artículo original: http://stke.sciencemag.org/content/11/520/eaan6480.long
Artículo complementario: http://www.jneurosci.org/content/38/16/3878.long