¿Las personas interesantes ―o que saben hacer cosas novedosas― tienen más amigos? Basándonos en el comportamiento de los lémures, al menos, esto puede ser cierto, según afirma un grupo de investigadores de la Universidad de Princeton en Estados Unidos.
Por Joel Novoa/CINV
La transmisión del conocimiento está estrechamente relacionada con las conexiones sociales, de tal modo que la adquisición de información depende de la posición del individuo en su red social. Esta relación puede ser bidireccional, y cuando se aprenden cosas nuevas, la posición en la red del individuo, cambia. Aquellos lémures que aprenden rápido, y ponen en práctica lo aprendido frecuentemente, reciben comportamientos más sociables por parte de sus pares, lo que hace que éstos comiencen a ocupar posiciones más centrales en esta red. Esta centralidad la podemos entender como qué tan social (o popular) es un individuo dentro de su grupo de pares.
Tal como pasa con nosotros, algunos lémures tienen una posición más central en sus redes sociales que otros, ya sea porque están mayormente conectados o porque ocupan una posición clave en sus redes. Así, los individuos más centrales tienen mejor acceso a información nueva que aquellos más aislados. Sin embargo, hasta el momento, los factores que determinan las variaciones individuales en la centralidad social, no se conocen del todo.
Los investigadores observaron a los lémures que resolvían la tarea y a los que no, y centraron su atención en cómo se comportaba el resto con aquellos que sabían cómo resolver el problema. Así, compararon la frecuencia de ciertos comportamientos que indicaran vínculos amistosos antes y después de la prueba, y notaron que aquellos que les demostraban a sus pares que sabían cómo resolver el problema, recibían más interacciones de las que lo hacían antes del experimento.
Si bien tener una posición central en la red facilita la adquisición de conocimientos nuevos, existe una posible bidireccionalidad en esto, por lo que en este estudio se aborda la posible influencia que ejercería el aprendizaje sobre la centralidad de los primates.
Conocimiento por amistad
Cuando algunos individuos aprenden algo nuevo antes que el resto, se produce una distribución desigual de la información dentro del grupo, y se genera la posibilidad de que aquellos que no saben, observen y aprendan del comportamiento de aquellos pares informados. Estos últimos pueden recibir comportamientos más amistosos y cercanos, y así, volverse más centrales tras poner en práctica repetidamente lo aprendido.
El equipo liderado por Daniel Rubenstein contó con dos grupos independientes de lémures de cola anillada (Lemur catta), a los que se les presentó en diversas ocasiones (y a diferentes grupos) un artefacto-problema que debían lograr superar para conseguir una recompensa. Éste consistía en una caja transparente de acrílico que en su interior contenía una apetitosa uva, la que podía ser obtenida tan solo tirando de una manilla, a modo de gaveta. Se eligió una recompensa de tamaño pequeño porque de esa manera el premio se lo llevaría solo aquel lémur que resolviera la tarea, y eliminaría la posibilidad de que otros se vieran premiados a costa de éste. En ambos grupos, de alrededor de 20 individuos, los primeros en resolver la tarea fueron juveniles, un macho en uno y una hembra en el otro.
Varios miembros del grupo observaban la maniobra de aquél que sacaba la uva de la caja, algunos de ellos posteriormente tiraron de la manilla por su propia cuenta, mientras que otros pocos, nunca lo hicieron.
Vínculos amistosos antes y después
Los investigadores observaron a los lémures que resolvían la tarea y a los que no, y centraron su atención en cómo se comportaba el resto con aquellos que sabían cómo resolver el problema. Así, compararon la frecuencia de ciertos comportamientos que indicaran vínculos amistosos antes y después de la prueba, y notaron que aquellos que les demostraban a sus pares que sabían cómo resolver el problema, recibían más interacciones de las que lo hacían antes del experimento. Si bien hay lémures con un gran número de conexiones, hay otros con muy pocas. Los investigadores descubrieron que lograr sacar la uva exitosamente, conllevaba a un aumento considerable en la atención positiva que un lémur puede tener; en otras palabras, demostrar que sabe resolver un problema, lleva a un aumento en la interacción que reciben de sus pares.
El equipo de investigadores dio con un hecho curioso: aquellos lémures observados frecuentemente y que recibían más comportamientos amistosos e interacciones, no aumentaban su grado de interacción hacia los demás, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de especies de primates, en donde la interacción es mutua, y existe reciprocidad entre aquel que acicala y el que es acicalado. Esto nos habla de que el resultado, depende del cambio en el comportamiento que tiene el grupo hacia un lémur en particular, y no a la inversa.
En la naturaleza, aquellos individuos exitosos pueden aprender de su entorno y aplicar este conocimiento para encontrar comida, refugio, defenderse o escapar de sus depredadores. El hecho de formar conexiones con éstos individuos ya sea mediante acicalamiento u otro tipo de interacciones sociales puede ser clave, ya que aumenta la probabilidad de que otros aprendan de ellos y por ende, también, sus probabilidades de sobrevivir, ya que la adquisición de éste conocimiento puede resultar beneficioso. Por ejemplo mientras más interacción con los demás se tenga, mayor es la probabilidad de recibir un buen consejo.
En conclusión, el equipo de Rubenstein determinó que, al menos basándonos en el comportamiento de los lémures, aprender cosas nuevas puede ser una consecuencia de tener muchos amigos, como también puede ser una causa.