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Científicos concluyen que preocupaciones financieras disminuyen capacidades cognitivas

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Un reciente estudio del Dr. Anandi Mani y un grupo de científicos de las Universidades de Harvard, Princeton, Warwick y British Columbia concluyó que el menor rendimiento cognitivo de la gente que vive en condiciones de pobreza no se explica por su falta de capacidades, sino porque las preocupaciones relacionadas con la pobreza ocupan, directamente, recursos cognitivos que influyen en el desempeño intelectual.

Publicado en El Mostrador el 16 junio de 2015
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¿Tienen las personas pobres menos capacidades cognitivas que los ricos?  En una sociedad que se sustenta en el principio de que las remuneraciones son un indicador directo, casi infalible, de del talento, productividad o capacidades, y ante la evidencia experimental que muestra que la pobreza está relacionada, por ejemplo, con un desempeño productivo inferior, la respuesta a la pregunta inicial pareciera indicar que sí, aunque nada de esto tendría que ver con la inteligencia.

Recientemente (2013), el Dr. Anandi Mani, junto con un grupo de científicos de las Universidades de Harvard, Princeton, Warwick y British Columbia, desarrollaron un trabajo publicado en la  revista Science, donde se plantearon la siguiente pregunta: “¿Son los pobres más tontos que los ricos?” Para responderla, elaboraron dos diseños experimentales, uno utilizando gente que pasaba por las cercanías de un mall en New Jersey, Estados Unidos, y el otro con granjeros cuya dedicación es el cultivo de caña de azúcar, en Tamil Nadu, India.

En el primer diseño, a un par de centenares de ciudadanos norteamericanos, representativos de gran parte de la realidad socioeconómica del país, les hicieron preguntas respecto a sus niveles de ingresos e integrantes del grupo familiar. Con esta información, los clasificaron como “pobres” o “ricos”. Luego, les presentaban un escenario como el siguiente:

“Imagine que su auto tiene problemas y necesita una suma de dinero X para arreglarlo. Puede pagar en efectivo, pedir un préstamo o dejarlo para después y olvidar el problema. ¿Cómo lo hará para tomar esta decisión?”

El objetivo de estos escenarios es el de generar, en los participantes, preocupaciones financieras. La gracia está en la “suma de dinero X”: en una condición, la “condición fácil”, ésta suma era de, por ejemplo, US$150 (al 2014, aproximadamente $90.00), mientras que, en la “condición difícil”, la suma podría ser US$1500 (unos $900.000). Con esto, tanto a los participantes pobres como ricos se les incitaba a pensar en situaciones financieras fáciles (cuando implicaban menos dinero) y en otras difíciles (cuando el monto implicado era mayor).

Pero falta el último ingrediente: medirles las funciones cognitivas. Para esto, utilizaron las pruebas psicológicas de Matrices Progresivas y Compatibilidad Espacial (ver Recuadro). Los resultados muestran que, cuando los sujetos están pensando en situaciones que involucran conseguir o desembolsar poco dinero, los pobres y ricos tienen el mismo rendimiento (esto es, no existen diferencias estadísticamente significativas) en ambas pruebas. Pero, por otra parte, cuando los sujetos están pensando en situaciones que involucran una gran cantidad de dinero, el rendimiento de los pobres decae, siendo significativamente menor al rendimiento de los mismos pobres cuando el escenario es fácil y al de los ricos tanto en el escenario fácil como en el difícil.

Los resultados son interesantes: los pobres rinden igual que los ricos excepto cuando, mientras resuelven la tarea cognitiva, deben estar pensando en una situación que les conlleve un problema financiero “grave” (grave para ellos, no para los ricos). Los autores proponen que, dado que US$1.500 son una suma significativa para alguien con bajos ingresos, estos escenarios gatillan en los pobres preocupaciones que ocupan recursos cognitivos que podrían utilizarse para resolver otros problemas, como los de (determinados tipos de) inteligencia presentados más arriba. Sin estos problemas de por medio, un pobre rinde igual que un rico. Sus capacidades cognitivas son las mismas.

Aquí aparecen al menos dos interrogantes: ¿Ésta inducción explícita de problemas financiero mimetiza las circunstancias de la vida cotidiana, del mundo real? Y, segundo: dado que los resultados anteriores muestran que los pobres no tienen menos capacidades cognitivas, ¿podría pensarse que tienen una menor capacidad para soportar sobrecargas cognitivas? ¿O el factor principal que reduce su rendimiento cognitivo son las preocupaciones financieras inherentes a la situación de pobreza?

Respondiendo estas interrogantes, el equipo de investigadores se trasladó a la India, a hacer experimentos de campo con agricultores de caña de azúcar. Dado que más del 60% de los ingresos de estos agricultores proviene del cultivo de la caña, y que las cosechas se dan una vez al año, siendo difícil para ellos distribuir sus gastos de un modo parejo o equitativo durante el año, resulta que el mismo agricultor es pobre (antes de la cosecha) y rico (después de la cosecha), dentro del mismo año.

Los científicos aplicaron a estos agricultores el test de Matrices Progresivas y una modificación numérica de la tarea de Stroop  para medir su rendimiento antes (mientras son “pobres”) y después de la cosecha (mientras son “ricos”). Encontraron, en concordancia con los resultados anteriores, que el mismo campesino rendía mejor cuando era rico en comparación a cuando era pobre. Por supuesto, en ambos experimentos, los investigadores fueron cuidadosos en controlar efectos como niveles de nutrición, ansiedad ante los números, efectos de calendario (que el mes de cosecha no influyera en sus capacidades), esfuerzo físico y estrés, entre otras. En conclusion, son precisamente las preocupaciones financieras producidas por un contexto de pobreza lo que sobrecarga y disminuye las capacidades de quien lo sobrelleva.

Finalmente, el artículo esboza algunos consejos para políticas públicas, los cuales, a juicio del autor de esta columna, son absolutamente insuficientes, quizá incluso insensibles: podrían caricaturizarse diciendo que, a partir de estos resultados, una buena política pública para el pobre sería el hacerle llenar formularios más simples, dada su carga cognitiva (“[…] los elaboradores de políticas públicas deben ser cuidadosos al imponer ‘impuestos cognitivos’ sobre el pobre [como el de] llenar largos formularios o responder a incentivos complejos”).

Seguramente, el punto central apunta en otra dirección: evidentemente, los partidarios de diversos “fundamentalismos de mercado” no suelen explicitarlo ni asumirlo públicamente, pero muchas veces se considera que las remuneraciones que los pobres reciben son inferiores por su falta de talento, productividad o capacidades. Pero existe evidencia científica seria y reciente que muestra que los pobres no son menos capaces. Los pobres viven en un contexto de pobreza, el cual perpetúa la pobreza. Es un círculo vicioso. Según cifras del Banco Mundial, más de 2.500 millones de seres humanos (aproximadamente un 47%, casi la mitad de la población del planeta) viven con menos de 2 dólares al día (a la fecha, unos $1.400).

Sí, para casi la mitad de la población del planeta el problema no es de dónde sacar el dinero para arreglar el auto, sino de dónde sacar el dinero para “parar la olla”. Para los neurocientíficos no es un misterio que, para que los cerebros humanos puedan desarrollar todo su potencial, requieren ser adecuadamente nutridos y estimulados: los cerebros no pueden esperar por el “chorreo”. El aporte central del artículo que aquí se reseña es que un bajo rendimiento cognitivo de la gente que vive en condiciones de pobreza no se explica por su falta de capacidades, sino porque las preocupaciones relacionadas con la pobreza ocupan, directamente, recursos cognitivos que influyen en el desempeño intelectual.

Las capacidades existen pero, en la actualidad, cada año las potencialidades de miles de millones de personas se están tirando al tarro de la basura.

El artículo original:

http://www.sciencemag.org/content/341/6149/976

Informe Oxfam:

http://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/bp-working-for-few-political-capture-economic-inequality-200114-es.pdf

Informe del Banco Mundial:

http://siteresources.worldbank.org/INTGEP2009/Resources/10363_WebPDF-w47.pdf

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