Por Ariane Luttecke, CINV
Un grupo de investigadores de la universidad de Rutgers tomo como objetivo de estudio lograr comparar la actividad cerebral femenina antes, durante y después del orgasmo a través de la técnica de resonancia nuclear magnética funcional, un examen médico que permite visualizar la activación o desactivación de áreas del cerebro frente a una determinada actividad.
El avance en el desarrollo tecnológico, la globalización, el calentamiento global pueden ser temas recurrentes y transversales que se discuten tanto en equipos de investigación como en reuniones sociales. Pero hay temas más frecuentes, comunes y misteriosos aún, entre ellos el cerebro femenino. Basta poner atención en un café para oír a grupos de mujeres quejándose de no ser comprendidas o a los varones bromeando sobre los misterios de la mente femenina con una cerveza en la mano. Otro tema considerado un enigma sin resolver son los orgasmos, principalmente los de ellas. Se imagina estudiar qué es lo que ocurre en el cerebro femenino antes, durante y después del orgasmo.
Si bien existe vasta literatura respecto de la actividad de las regiones cerebrales durante la excitación sexual en hombres y mujeres, existen limitaciones técnicas para dichos estudios durante el orgasmo, principalmente en el femenino.
Este es el desafío que asumió un destacado grupo de investigadores de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey liderado por Barry Komisaruk, cuyo objetivo de estudio es lograr comparar la actividad cerebral femenina antes, durante y después del orgasmo a través de la técnica de resonancia nuclear magnética funcional, un examen médico que permite visualizar la activación o desactivación de áreas del cerebro frente a una determinada actividad.
Una de las limitaciones de esta técnica es que requiere que el sujeto a evaluar mantenga una posición fija durante el procedimiento para que los resultados sean confiables. Es por esta razón que para llevar a cabo el estudio lo primero que tuvo que realizar el equipo de investigación fue diseñar un ensamblaje de distintos elementos de sujeción de cabeza disponibles en el mercado con lo cual lograron que el movimiento de la cabeza de las mujeres estudiadas fuera menor a 1,3 mm durante todo el protocolo de adquisición de imágenes. Así y todo, se prefirió esta técnica a otras disponibles como el PET, debido a su mayor resolución temporal, es decir la resonancia magnética permite obtener imágenes cada dos segundos con lo que se puede estudiar de mejor manera lo que va ocurriendo en el cerebro del paciente durante el procedimiento.
Una vez resuelta esta dificultad se sometió a estudio a un grupo de mujeres voluntarias que siguieron protocolos de autoestimulación y estimulación por un compañero para lograr el orgasmo. El procedimiento comenzó con un periodo de reposo, luego a través de un botón debían indicar el inicio de la estimulación, posteriormente debían avisar el comienzo del orgasmo y su término, finalmente debían volver a presionar el timbre una vez que se hubiesen recuperado del mismo.
Entre los resultados obtenidos cabe destacar que no se encontraron diferencias significativas en la activación cerebral del orgasmo autoinducido y aquel provocado por la estimulación de un compañero. Lo interesante es la significativa diferencia en la actividad cerebral que ocurre durante el orgasmo, comparado con el periodo de excitación sexual y la recuperación. Este aumento de la actividad es progresivo desde las etapas previas, pero aumenta abruptamente al comienzo del orgasmo hasta 2 o 3 segundos de iniciado el mismo.
Un descubrimiento interesante es que durante ninguna de las tres fases (antes, durante ni después del orgasmo) se inactivan áreas cerebrales normalmente activas sino que aumenta la actividad en áreas sensoriales, de integración sensorial, límbicas (cerebro primitivo), corteza frontal (racionalidad) y regiones de la neocorteza (cerebro más evolucionado).
Dentro de este importante incremento de actividad cerebral hay zonas que se destacan, como el giro angular y el opérculo lo cual hace pensar que estas estructuras tendrían un papel único en la experiencia del orgasmo, se ha demostrado que el giro angulado derecho estaría implicado en los estados alterados de la percepción, lo cual podría explicar el “estado alterado de la conciencia” descrito por las mujeres durante su orgasmo.
Hay además múltiples regiones de la corteza frontal, principalmente de la orbitofrontal considerados como puntos hedónicos clave. La activación del tronco encefálico activa las zonas implicadas en la sensación de placer, recompensa y adicción, principales responsables de la liberación de dopamina cerebral. La estimulación del núcleo del rafe dorsal genera la liberación de serotonina y el núcleo cuneiforme libera analgésicos endógenos, lo cual explicaría el efecto analgésico del orgasmo.
Es importante destacar que la mayoría de las áreas activadas se encuentran en el hemisferio cerebral derecho, lo cual coincide con reportes anteriores y con la observación clínica de pacientes con lesiones en esta región que sufren de disfunciones sexuales.
Podemos concluir entonces que el orgasmo femenino se convierte más en una experiencia cerebral que genital, y no solo se comprobó que se encienden múltiples regiones cerebrales con diferentes patrones de actividad y duración, sino que no hay inactivación de otras áreas.
Si bien se ha especulado respecto de las conexiones neuronales entre estas áreas asociadas al inicio y término del orgasmo queda mucho trabajo por hacer para permitir una mejor comprensión de esta maravillosa y compleja experiencia que es el orgasmo femenino y por lo tanto entender de mejor manera disfunciones sexuales como la anorgasmia y favorecer su tratamiento.