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Los hábitos del padre también cuentan en la herencia genética

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Aunque la madre siga los cuidados prenatales al pie de la letra, no podemos olvidar que sólo aporta un 50% de la carga genética del hijo, la otra mitad la aporta el padre en el momento de la concepción. De la misma manera que los buenos hábitos son propicios para un buen desarrollo fetal, también hay mucha evidencia que el consumo de la madre de cigarro, alcohol u otras drogas, en el embarazo, repercutirá directamente en el hijo. ¿Pero qué hay con respecto a los vicios y estilo de vida del padre? ¿Tendrán algún efecto directo en el feto también?.
Por Bárbara Cádiz.
Lee este artículo en El Mostrador.

Es inevitable sentir ternura al ver a una mujer embarazada, que con ansias, espera a la llegada de su hijo. Esa etapa tan especial y única que viven las mujeres, viene llena de cambios físicos, hormonales y emocionales, que las preparan para el desarrollo y la llegada del bebé. Sumado a lo anterior, es importante que este proceso siempre venga acompañado de cuidados prenatales, como la alimentación, evitar el consumo de drogas y un entorno saludable. Todo esto con el fin de que la madre y el niño gocen de un buen estado de salud que permita un buen desarrollo del hijo, y disminuir la probabilidad de patologías en ambos.

Los investigadores realizaron pruebas específicas para determinar si los animales, expuestos a la nicotina, tenían problemas locomotores, de aprendizaje o ansiedad y no encontraron diferencias en los adultos con respecto a machos sin exposición a la nicotina. Sin embargo, para su sorpresa, los científicos observaron que las crías tenían comportamientos distintos a crías de padres no expuestos a nicotina: eran hiperactivos y tenían mayor dificultad en el aprendizaje; además encontraron que tenían menos cantidad de dopamina, mejor conocida como la molécula del placer, que es un neurotransmisor que transmite información entre distintas neuronas de nuestro cerebro

Aunque la madre siga los cuidados prenatales al pie de la letra, no podemos olvidar que sólo aporta un 50% de la carga genética del hijo, la otra mitad la aporta el padre en el momento de la concepción. De la misma manera que los buenos hábitos son propicios para un buen desarrollo fetal, también hay mucha evidencia que el consumo de la madre de cigarro, alcohol u otras drogas, en el embarazo, repercutirá directamente en el hijo. ¿Pero qué hay con respecto a los vicios y estilo de vida del padre? ¿Tendrán algún efecto directo en el feto también? Suena difícil de imaginar. No obstante, un grupo de investigadores a cargo de Deirdre McCarthy de la Universidad de Florida hicieron un hallazgo importante: la exposición a la nicotina en ratones machos adultos produce cambios cognitivos y de locomoción en su descendencia. Esto significa que las ratas padre expuestas a la nicotina, el compuesto más adictivo del cigarro, genera cambios en el cerebro de sus hijos.

Actualmente, cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que a nivel mundial los hombres son mayores fumadores que las mujeres y Chile no es la excepción, ya que tiene la mayor prevalencia de tabaco tanto en jóvenes como en adultos en toda Latinoamérica. Según cifras del MINSAL causa la muerte de 45 personas por día. Esta razón impulsó a estos científicos a investigar el efecto que tiene la nicotina desde la herencia masculina.

En su investigación, expusieron diariamente a ratones machos adultos a nicotina disuelta en el agua que bebían, y fueron cruzados con hembras sanas. Es importante mencionar que en este estudio las madres no fueron expuestas de ninguna manera a nicotina. Los investigadores realizaron pruebas específicas para determinar si los animales tenían problemas locomotores, de aprendizaje o ansiedad y no encontraron diferencias en los adultos con respecto a machos sin exposición a la nicotina. Sin embargo, para su sorpresa, los científicos observaron que las crías tenían comportamientos distintos a crías de padres no expuestos a nicotina: eran hiperactivos y tenían mayor dificultad en el aprendizaje; además encontraron que tenían menos cantidad de dopamina, mejor conocida como la molécula del placer, que es un neurotransmisor que transmite información entre distintas neuronas de nuestro cerebro. Y aún hay más: no sólo la cantidad de esta molécula estuvo comprometida, sino que también disminuyó la cantidad del receptor de dopamina, que es una proteína que se encuentra distribuida en algunas neuronas específicas en el cerebro y se une con este neurotransmisor, generando una señal. La importancia de la dopamina y sus receptores es que ambas son claves para vías del desarrollo cerebral, memoria, movimiento, comportamiento y cognición, entre otras funciones importantes.

Modificación en el ADN

Los cambios en el comportamiento que presentaban las crías llevaron a los investigadores a estudiar los espermatozoides de los machos expuestos a nicotina. Específicamente estudiaron el ADN, que contiene la información genética del progenitor y, como lo sospechaban, encontraron metilaciones, que es un tipo de modificación en el ADN que no altera la secuencia, en sitios de genes específicos. Todos estos datos eran consecuentes con los resultados obtenidos en las crías.

Estas modificaciones son explicadas por la epigenética, que proviene del griego y significa “sobre los genes”, estudia los cambios que se producen en el ADN, específicamente la expresión o silenciamiento de ciertos genes y cómo esta información es influenciada por el ambiente. Lo interesante de este proceso es que puede ser afectado tanto por la genética como por el ambiente, es decir que todo nuestro estilo de vida, como la alimentación, actividad física, estrés, entre otros, es capaz de influir a nivel de ADN.

¿A qué se asemeja este proceso? Imaginemos un computador que tiene carpetas con información, cada carpeta correspondería a un gen. De esta manera, podemos ocultar los archivos para que no sean visibles y no podamos acceder a ellos, o de lo contrario, podemos hacer que esta información sea nuevamente accesible, sin embargo, la información sigue estando allí. Los mecanismos epigenéticos funcionan de la misma manera: cada metilación oculta la información del gen, también existen otros mecanismos que permite expresarlos nuevamente, no obstante, toda la secuencia se mantiene sin alterar.

Más de una generación

Los investigadores no se limitaron a estudiar sólo las crías de primera generación, también continuó en una segunda generación y el hallazgo no deja de ser sorprendente: las crías de esta última también presentaron alteraciones en el comportamiento, indicando que además estas modificaciones dadas por el ambiente y estilo de vida del padre son heredables por más de una generación. Por lo tanto, el consumo de nicotina produce cambios en el ADN del consumidor y pueden ser transmitidos a las futuras generaciones.

El estudio concluye que los cambios epigenéticos, asociados al consumo de nicotina, transmitidos por el padre a la descendencia, producen cambios en el comportamiento y la cognición, muy similar a trastornos de déficit atencional por hiperactividad, el más frecuente en niños. Cifras calculan que en Chile el 10% de los niños de edad escolar padecen este trastorno. A pesar que, las causas de esto aún no han sido dilucidadas del todo, el estudio nos demuestra que nuestros hábitos pueden ser uno de los factores.

La investigación demuestra que tanto hombres como mujeres debemos ser conscientes de nuestro estilo de vida, ya que trae repercusiones directas a nosotros mismos y también a nuestra descendencia.

Artículo original: Nicotine exposure of male mice produces behavioral impairment in multiple generations of descendants, 2018. https://journals.plos.org/plosbiology/article?id=10.1371/journal.pbio.2006497
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