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Científicos concluyen que “democracia vinculante” llevaría a la humanidad a no agotar los recursos naturales

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Un nuevo experimento publicado en la revista “Nature” por el científico Oliver Hauser de la U. de Harvard puso a prueba la disponibilidad de las personas para no agotar un recurso y permitir que otras generaciones puedan también disfrutarlo. La conclusión fue que solo la “llamada democracia vinculante” de toma de decisiones pueden impedir que una minoría explote por completo un bien común. Esta es la séptima publicación del especial “Los secretos del cerebro”.

Publicado en El Mostrador el 21 julio de 2015
Escrito por 

La sobreexplotación tiene un alto costo para el futuro; sin embargo, proveer recursos renovables para las generaciones venideras requiere del sacrificio económico de las generaciones del presente. Tradicionalmente se ha asumido que la gente es racional, puramente egoísta y que sólo coopera por intereses personales (recibir beneficios o evitar castigos). Lo que significa que si no se regula la explotación de recursos renovables, estos se sobreexplotarán al punto de ser agotados sin dejar nada para las generaciones siguientes. Es la denominada “Tragedia de los comunes”: dada nuestra “naturaleza” egoísta, al explotar un recurso común todos querrán lo máximo para sí mismos, lo que conllevará la extinción del recurso. La solución desde la perspectiva económica actual es la privatización; sin embargo, en los últimos años diversos estudios han demostrado que no todas las personas se comportan de forma completamente egoísta, lo que hace posible la existencia de nuevas soluciones a esta tragedia.

Oliver Hauser de la Universidad de Harvard y colaboradores decidieron estudiar, mediante un juego económico, el efecto de la explotación intergeneracional de recursos renovables bajo diferentes condiciones: no reguladas, reguladas y parcialmente reguladas. La investigación fue publicada en la revista Nature.

El juego consiste en la formación de grupos de 5 personas, los cuales llamaremos “generaciones”. La primera generación dispone de un pozo común de 100 unidades de recurso. A cada persona del grupo se le permite extraer de 0 a 20 unidades del pozo. Si la extracción total que realiza una generación es menor o igual a 50 unidades, se asignan nuevamente 100 unidades de recurso a un nuevo grupo de 5 participantes, desconocidos por los jugadores del grupo anterior, los cuales representan a la generación siguiente. Por el contrario, si una generación extrae más de 50 unidades, el juego se termina y no hay generaciones siguientes. En condiciones ideales, cada jugador extraería 10 unidades, lo que sumaría un total de 50 unidades por generación y permitiría que las siguientes generaciones se sigan beneficiando de forma indefinida.

Si bien el juego es una gran simplificación de lo que es la cooperación intergeneracional en el mundo real, se modelan varias de sus características: Proveer de recursos a las generaciones futuras requiere de un sacrificio en el presente (por el cual no se obtendrá compensación alguna); y la velocidad de renovación de los recursos es limitada, por lo que, sobrepasado cierto umbral, éstos se agotan.

En la condición “no regulada” del juego, donde cada uno extrae las unidades según su decisión individual, si bien la mayoría de las personas (68%) consumió 10 o menos unidades (los que llamaremos “cooperadores”), de 18 juegos, solo 4 llegaron a la segunda generación, 2 a la tercera generación y ninguno llegó a las cuarta generación. Si bien sólo el 32% consumió más de 10 unidades (los que llamaremos “egoístas”), la conducta de éstos jugadores fue suficiente para agotar los recursos e impedir que las siguientes generaciones pudieran participar del juego.

En la segunda condición del experimento, se agregó un elemento regulador: la democracia vinculante. En lugar de que cada uno decidiera individualmente cuánto extraer, cada participante debía votar cuántas unidades sería adecuado sacar del pozo común y, posteriormente, se le entregaba a cada participante una cantidad igual a la mediana obtenida en esta votación (o sea, el valor que está justo en la mitad del camino entre el valor más alto y el más bajo). En 20 repeticiones del juego (o sea, 20 “generaciones” de jugadores), los recursos nunca se agotaron. El gran éxito de esta medida (en comparación con la condición no regulada) se debió a dos factores: primero, a que la minoría egoísta no podía comportarse “a su antojo”, extrayendo de un modo insustentable, y, segundo, a que personas que en una condición “no regulada” se hubieran comportado de forma “egoísta” en esta condición se comportan en realidad como “cooperadores condicionales”: esto es, colaboran si saben que en su generación no habrá alguien que extraiga más que el resto y si creen que en las siguientes generaciones la gente también cooperará.

Posteriormente,en la misma condición regulada, investigaron qué ocurre si el umbral de extracción máxima de recursos para mantener la sustentabilidad se reduce de una condición basal de 50 a una de 40 y, luego, a otra de 30. En otras palabras, se aumenta el costo de mantener la sustentabilidad para cada generación. Los resultados mostraron que la sustentabilidad se reduce a medida que esta tiene un mayor costo para cada generación.

La última condición experimental consistió en una regulación parcial, en la cual tres personas votan secretamente y deciden cuánto extraerán, mientras que las otras dos restantes extraen de manera no regulada. Su análogo en la vida “real” sería una democracia no vinculante, donde las decisiones que se toman por votación obligan sólo a algunos a comportarse según la votación, mientras que otros pueden seguir comportándose sin obedecer la decisión de los votantes. Como era de esperarse, la sustentabilidad se vio fuertemente afectada en esta condición, siendo ésta muy inferior a la condición regulada, pero aún mejor que la condición no regulada.

Con estos experimentos los investigadores mostraron que no todas las personas nos comportamos de un modo estrictamente egoísta, pero que sólo basta la presencia de una minoría egoísta para agotar los recursos para las generaciones siguientes. Sin embargo, ésta situación puede evitarse mediante la introducción de una institución regulatoria, la democracia vinculante, con la cual la extracción de recursos comunes se establece de acuerdo a la votación de todos los involucrados y no de acuerdo a criterios individuales.

Artículo original: http://www.nature.com/nature/journal/v511/n7508/abs/nature13530.html

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